ETNOLOGIA DEL MATRIMONIO
Por lo que se conoce solo una sociedad
no hizo del matrimonio una manera esencial de organizar la vida social y
personal: los na de la provincia China
de Yunnan estudiados por le antropólogo Cai Hua, 1998. Une
société sans père ni mari. Les Na de Chine. Paris: PUF. 1998.
Los na son la única sociedad conocida en
la cual el matrimonio no es una institución significativa. Los hermanos y
hermanas viven juntos y entre todos crían, educan y mantienen a los hijos que
las mujeres dan a luz.
Con esta excepción podemos decir que el
matrimonio es una institución social universal. Sobre la definición de
matrimonio no existe un acuerdo unánime.
Unos explican la universalidad por la
exigencia biológica de unirse y reproducirse. Así hay quien piensa que el
matrimonio es la mera extensión de esos procesos biológicos que hacen que los
animales se unan en parejas.
A lo largo de la historia el matrimonio
unía, no solo a dos personas, sino a dos grupos y eso es algo más amplio que la
expresión de las funciones biológicas. Además, las practicas matrimoniales de
los humanos están universalmente sujetas a reglas que regulan, entre otras
cosas, quién puede casarse con quien.
En 1949 Murdock, Social structure definió el matrimonio como:
“institución universal que implica que un
hombre y una mujer vivan juntos, mantengan relaciones sexuales entre si y
cooperen económicamente”
Esta definición parece sensata pero esta
llena de excepciones que la hacen inaplicable universalmente.
Maridos
y mujeres que viven separados:
- Entre los Ashanti de Ghana y los
Minangkabau de Indonesa los hombres viven con sus madres y hermanas aun después
del matrimonio
- Entre los gururumba de Nueva Guinea
los hombres duermen en casas separadas y trabajan parcelas distintas a sus
mujeres. Solo coinciden en la preparación y consumo de la comida principal.
- Entre los bemba de Zambia ni comen
juntos
Maridos
y mujeres no se guardan fidelidad mutua
La fidelidad recíproca es un invento
bastante reciente.
Numerosas culturas permitían que los
maridos buscaran graficación sexual fuera del matrimonio y en menor escala,
también a las mujeres.
De 109 sociedades consultadas por D.R.
White, 48 prohibían el sexo extramatrimonial, a ambos cónyuges. La antropología
llama a esto “préstamo de mujer” o “privilegio masculino” según se trate de uno
u otro.
En algunas sociedades la decisión de
intercambiar parejas queda a cargo de la mujer.
Entre los dogon, las mujeres jóvenes
casadas buscan abiertamente establecer relaciones extramatrimoniales con el
beneplácito de sus madres.
Entre los yoruba de Nigeria una esposa
puede tomar un amante durante su primer matrimonio. Esta tan arraigado que el
amante tiene derecho en su momento de pedir a su examante que case a una hija
de ella con un hijo de él.
Entre los inuit del N. Alaska, maridos y
esposas de mutuo acuerdo establecen co-matrimonios con otras parejas.
Maridos
y mujeres no cooperan económicamente:
- Entre los yoruba y muchos otros grupos
africanos, marido y mujer no unen sus recursos en un fondo común del hogar,
El Royal Anthropological Institute hizo
su intento de definición de matrimonio centrándose en el papel en relación a
los hijos:
“unión
entre un hombre y una mujer por la cual se reconoce como fruto legítimo de
ambos miembros de la pareja a los hijos nacidos de la mujer”
Pero
esta definición también es inaplicable universalmente
-
hay sociedades de Africa Occ. donde una mujer
puede casarse con otra y tomarla como marido femenino.
-
numerosas sociedades africanas y de amerindios
reconocen matrimonios entre hombres.
- otras sociedades aceptan casamientos con
fantasmas o espíritus, como ocurre entre los chinos y los sudaneses. Así una
muchacha o un muchacho pueden ser entregados en matrimonio al hijo o hija
muerto de otras familia con el propósito de fortalecer los vínculos de dos
grupos familiares
- en muchas sociedades la forma ideal de
matrimonio es de un hombre con varias mujeres. Al revés es menos frecuente.
Entre los Toda del S. de la India era habitual casar a las niñas de muy jóvenes
(2,3 años). Asi pasaban a ser la esposa, no solo del niño con la que se le había
casado, sino también de todos sus hermanos. Cuando llegaba la edad de mantener
relaciones sexuales lo hacia con todos ellos, y solo cuando quedaba en cinta,
uno de los hermanos le entregaba un arco y una flecha de juguete y le prometía
el próximo ternero que naciera en el rebaño. Desde entonces ese joven era
considerado el padre de todos los niños que diera a luz la mujer, salvo que
ella hiciera la ceremonia del arco y la flecha con otro.
Estas formas de matrimonio son
etnográficamente poco frecuentes por eso Suzanne Frayser tomó una muestra de 62
sociedades de todo el mundo para determinar cuales eran las funciones que
cumplía el matrimonio con mayor frecuencia. Sobre esa base estadistica Frayser
definió el matrimonio como:
“una
relación en la cual una sociedad prueba socialmente y promueve las relaciones
sexuales y el alumbramiento de niños”
Sin embargo, la diversidad de formas de
matrimonio es tan grande a lo largo de la historia que cualquier intento de
definirlo a partir de sus funciones más frecuentes no basta para explicar en
que consiste el sistema matrimonial de un sociedad en particular, no cómo ese
sistema cambia a lo largo del tiempo.
Leach propuso
un enfoque diferente para definir el matrimonio, según el cual,
debía entenderse
más en relación a la regulación de la propiedad que a la regulación de las
relaciones sexuales y la procreación
Estableció como las funciones del matrimonio las
siguientes:
-
Reconocer
el padre legal para los hijos de una mujer, o la madre legal para los hijos de
un hombre.
-
Dar
a uno, o ambos cónyuges, el monopolio de la sexualidad sobre el otro.
-
Dar
a uno, o a ambos, los derechos sobre el trabajo del otro.
-
Dar
a uno, o a ambos, los derechos sobre las propiedades del otro
-
Establecer
un fondo común de propiedad "asociación" en beneficio de los hijos
-
Establecer
una relación de afinidad socialmente significativa entre los cónyuges y sus
parientes
Así definió Leach el matrimonio:
“la
serie de normas legales que gobiernan la forma como pasan, de generación en
generación, los bienes, los títulos y la jerarquía social”
Sin
embargo, en las civilizaciones más complejas, los derechos hereditarios han
estado siempre en el centro de la cuestión matrimonial.
Por
eso la definición de matrimonio “legítimo” ha sido un tema crucial y en
disputa. Sin embargo, en algunas sociedades, los derechos hereditarios no
dependen del matrimonio:
-
entre los kachin del N. de Burma, un niño nacido
fuera del matrimonio se consideraba legítimo si el padre pagaba una multa a la
madre y a su familia,
-
entre los kandyan de Sri Lanka, la legitimidad de
un niño derivaba de la madre.
Otra
variante de la relación entre matrimonio y herencia es la que se daba en
Oriente Próximo entre aquellas sociedades que reconocían la costumbre
pre-islámica del mut’a o matrimonio temporal. Así se permitía la intimidad
sexual en ciertas circunstancias sin someterlas a las severas penas en vigor.
En estos matrimonios provisionales, una vez terminado el contrato, los cónyuges
no mantenían ninguna obligación mutua. Pero si la mujer quedaba en cinta el
niño era legitimado y tenía derecho a la herencia de su padre. La mut’a era censurado por los sunitas pero
aceptado por los shiítas y por los judíos de babilonia.
Otras
sociedades no dan ninguna importancia a la “legitimidad” de los niños ara
determinar sus derechos.
-
entre los montagnais-naskapi de la Península del labrador y Québec, a comienzos
del S-XVII, a la llegada de los jesuitas les sorprendió la libertad sexual de
las nativas. Uno de los misioneros aconsejó a un hombre naskapi que impusiera
un control a las actividades de su esposa para poder reconocer a sus hijos. El
naskapi sorprendido les respondió: ustedes los franceses solo aman a sus
propios hijos, pero nosotros queremos por igual a los hijos de toda la tribu.
El
concepto de ilegitimad es completamente ajeno a las sociedades matrilineales. Como
para los navajos, para los que la descendencia y la herencia se transmiten por
vía materna.
En
japonés no existía ninguna palabra para bastardo
hasta la restauración Meiji en 1868.
Si tenían un término para distinguir entre el hijo de una concubina y el de una
esposa, pero no tenían derechos diferenciales.
En
ciertas sociedades el matrimonio puede consistir en un mero reconocimiento
público de que viven en pareja y eso indica que están casados.
En
otras, el mero hecho de que un hombre y una mujer coman juntos y solos en público
indica que están casados. En otras eso significa que tienen relaciones sexuales.
Propuesta
de Definición Universal de Matrimonio:
El matrimonio generalmente determina derechos
y obligaciones relacionadas con la sexualidad, el género, las relaciones con
los parientes políticos y la legitimidad de los hijos.
También concede a sus miembros derechos y
roles específicos en relación con la sociedad más amplia. Define derechos
recíprocos del marido y la mujer y con frecuencia los deberes de las
respectivas familias. Además hace posible que la propiedad y el estatus social
de la pareja o del jefe del hogar pasen a la siguiente generación de forma
ordenada
De este modo podríamos proponer una
definición de matrimonio:
“Institución social con la función básica de
regular la reproducción, implicando la unión legítima, que se supone
relativamente estable, entre dos o más personas que desempeñan roles
heterosexuales.
Los orígenes del matrimonio
El matrimonio es un invento social.,
específico del género humano. MATRIMONIO. Existen
cientos de mitos, fábulas o teorías para explicar sus orígenes.
Mito Piegan o pies negros:
Al
comienzo, los hombres y mujeres piegan no vivían juntos. Las mujeres construían
corrales para los búfalos. Curtían pieles de búfalo y con ellas confeccionaban
sus vestidos. Cortaban la carne. En verano recogían frutas silvestres y en
invierno las consumían. Sus chozas eran bonitas por dentro. Los hombres en
cambio eran muy pobres.. No tenían chozas, usaban los cueros sin curtir.. No
sabían cómo construir una choza. No sabían como curtir pieles, no sabían como
rebanar la carne seca no cómo coser.
En esta leyenda eran lo hombres y no las
mujeres la que necesitaban casarse. Hambrientos
y ateridos de frío, los hombres siguieron a las mujeres y descubrieron dónde
vivían. Se reunieron en una colina cercana y esperaron pacientemente a que las
mujeres cogieran maridos, y les permitieran entrar en sus chozas. La jefa fue
la primera en elegir compañero..
Pero las teorías de ciertos antropólogos
y sociobiólogos no son tan diferentes:
Los
hombres cazaban animales salvajes y se regalaban con la carne de sus presas. El
cerebro les creció porque tenían que cooperar con los demás hombres para
organizar la cacería. Se irguieron, fabricaron herramientas, hicieron fuego e
inventaron el lenguaje. … Las mujeres en cambio, eran muy pobres, El cuidado de
los niños las ataba y no sabían obtener alimentos para ellas mismas ni para sus
hijos. No sabían protegerse de los depredadores ni tampoco sabían construir
herramientas, no sabían producir obras artísticas no construir chozas no hacer
fuego para resguardarse del frío.
En estas dos versiones el matrimonio se
transforma en el “la solución” para uno de los sexos.
La versión según la cual el matrimonio
se creó para proteger a las mujeres es aun el mito más difundido sobre sus
orígenes. Según la teoría del protector o el proveedor, las mujeres de las
primeras sociedades humanas no podían sobrevivir si los hombres no les
procuraban la carne o les protegían de las fieras o de otros hombres. Peor los
hombres solo estaban dispuestos a proteger y alimentar a “sus” mujeres y a los
hijos de cuya paternidad estuvieran seguros; por lo cual las mujeres
necesitaban encontrar y retener a un compañero fuerte y agresivo.
El modo que tenían las mujeres de retener
a un compañero era ofrecerle relaciones sexuales exclusivas y frecuentes a cambio de comida y
protección.
Según esta teoría este es el motivo por
el que las mujeres han perdido el celo, que es común a todos los demás
mamíferos y por el cual las hembras experimentan apetito sexual sólo a
intervalos. Las hembras humanas pasaron a estar disponibles permanentemente lo
que les permitió conservar a los hombres en relaciones a largo plazo.
Según la versión de esta teoría
planteada por R.Fox “las mujeres pudieron negociar fácilmente a causa de la
tendencia del hombre a querer monopolizar a la mujer con propósitos de
apareamiento”. R. Fox, The Red Lamp of
Incest, 1980:147)
La disposición del macho a negociar
carne a cambio de sexo (sin contar con los frutos también aportados por las
hembras), fue según Fox “la raíz de la verdadera sociedad humana”.
Quienes sostienen esta teoría
proteccionista de la génesis del matrimonio sostienen que la familia nuclear,
basada en la división sexual del trabajo –hombre cazador y protector, mujer
guardiana del hogar- fue la unidad de supervivencia y protección más importante
del Paleolítico.
A mediados del siglo XX esta versión
parecía creíble dado que el modelo vigente de matrimonio en casi todo el mundo
rico era el mismo: el hombre salía a ganarse el pan y la mujer se quedaba en
casa.
La teoría del matrimonio con un marido
proveedor fue una manera tardía y breve de organizar las funciones de género y
de dividir el trabajo en la historia humana. Entre 1950 y 1970 esta teoría era
la más tradicional y natural.
En 1979 el sociobiólogo E. O. Wilson
vinculó los matrimonios del varón cazador prehistórico con los matrimonios de
la jungla de Wall Street: “durante el día
las mujeres y los niños permanecen en el área residencial mientras los hombres
buscan la presa o su equivalente simbólico, el dinero”
Aun hoy la teoría protectora vuelve a
reciclarse para intentar explicar porqué las mujeres supuestamente se siente
atraídas por los hombres poderosos y dominantes y los varones buscan mujeres
más jóvenes que sean buenas reproductoras y custodias del hogar.
Pero desde 1970 muchos investigadores
fueron refutando esta teoría del macho protector.
Unos negaban el origen prehumano del
macho dominador y la hembra dependiente. Mandriles, chimpancés y otros primates
no se comportan así.
Otros investigadores, al estudiar grupos
cazadores recolectores actuales, ponen en duda la teoría del varón proveedor.
Se ha demostrado que en las sociedades
de cazadores recolectores el producto de la la recolección de las mujeres y de
la cacería de los hombres se une para proveer a todo el grupo.
Tampoco parece cierto que a las mujeres
de estas sociedades, la crianza de los hijos les impidiera seguir recolectando,
participar en ciertas cacerías comunales.
Por otra parte los paleontólogos no
suscriben la idea acerca de que las primeras sociedades humanas se organizaban
en torno a varones cazadores dominantes que proveían alimento y protección a
sus familias nucleares. Cazar grandes presas era menos importante para la
supervivencia que recolectar plantas, huevos de aves, insectos, crustáceos y mariscos
así como cazar pequeños animales o aprovechar los ya muertos por causas
naturales.
Existen tres perspectivas teóricas para
explicar cómo organizaban los primeros homínidos y humanos la reproducción y la
vida familiar:
- Los humanos primigenios vivían en grupos
principalmente femeninos constituidos por las madres, las hermanas y los
pequeños, que aceptaban temporalmente la compañía masculina. Los varones
jóvenes abandonaban el grupo a la edad de aparearse.
- Las necesidades de defensa crearon la necesidad
de formar grupos basados en el linaje masculino, en los que los padres, los
hermanos y los hijos, junto a sus compañeras, permanecían juntos. En este caso
eran las hijas las que abandonaban el grupo al llegar a la pubertad.
- Los grupos se organizaban alrededor de un varón
que se apareaba con varias mujeres y viajaba con ellas y sus hijos.
Pero ninguna de estas 3 teorías sugiere
que un hombre proveyera individualmente las necesidades de “su” mujer y sus
hijos; o que la pareja varón-mujer fuera la unidad fundamental de la
supervivencia y la cooperación económicas: en el Paleolítico la familia nuclear
era a todas luces inviable como modelo de organización social.
Las sociedades se configuraban en bandas
de c/r nómadas que se desplazaban según las estaciones y condiciones de un
lugar a otro.
El matrimonio fuen invento cultural
humano de vital importancia. Una de sus funciones básicas ene. Paleolítico era la
de forjar redes de cooperación más allá del grupo familiar inmediato o la banda
local.
La bandas necesitan establecer
relaciones amistosas con otras a fin de poder desplazarse seguras por el
territorio.
El arqueólogo Brian Hayden propone 5
estrategias para crear esas relaciones con otros grupos y para reducir las
tensiones:
-
Hacer frecuentes visitas informales
-
Compartir con otras bandas las piezas cobradas
-
Ofrecer obsequios
-
Organizar recolecciones periódicas más amplias
en ocasiones rituales
-
Pactar matrimonios y alianzas de parentesco
La utilización del matrimonio para crear
vínculos de parentesco (políticos) entre grupos es una forma muy potente de
unir grupos porque los niños nacidos de esas uniones tenían parientes en ambos
grupos.
Sin embargo, todo grupo que enviaba a
uno de sus hijos/as a otro grupo para establecer una alianza matrimonial
esperaba, que a cambio, ese otro grupo le entregara a su vez jóvenes dispuestos
a casarse.
Además, para que los vínculos entre los
grupos fueran duraderos debían renovarse en las sucesivas generaciones. De ahí
los diferentes tipso de alianza matrimoniales entre grupos.
Sistemas de
alianzas matrimoniales: sistemas
elementales o prescriptivos y sistemas complejos.
a. Sistemas elementales o prescriptivos: pueden ser de
intercambio directo o de intercambio asimétrico
b. Sistemas prescriptivos de Intercambio directo
Es el que se produce entre dos o más grupos que
Interactúan directamente dando y recibiendo mujeres. El grupo/s dador coincide
con el grupo/s receptor.
El ejemplo más sencillo entre dos grupos es el
intercambio de hermanas (en sentido clasificatorio = primos) entre dos
hombres. A <======> B.
El intercambio no ha de ser simultáneo sino que
quien recibe reconoce que debe retornar o compensar a una persona por otra..
Otro ejemplo muy corriente es el del matrimonio
prescriptivo con la prima cruzada matrilateral, o sea la hija del hermano de la
madre (Sistema feudal).
Primos cruzados: hijos de dos hermanos de distinto
sexo
Primos paralelos: hijos de dos hermanos del mismo
sexo
Sororato: norma que obliga a un hombre a casarse con
la hermana (clasificatoria) de su esposa difunta.
Objetivo es mantener intacta la alianza inicial.
Levirato: una mujer se casa con el hermano del
esposo difunto Deuterónimo 25,5-10. Ley del Levirato.
Sistemas
prescriptivos de Intercambio asimétrico
el grupo dador de mujeres no coincide con el grupo
receptor, generándose así una cadena de intercambios.
Este sistema asimétrico parece bastante apto para
crear alianzas entre un amplio número de grupos y entre grupos de estatus
social distinto.
A
---> B ---> C --->……… --> N ---> A
Cuando A cede una mujer a B espera una mujer de N
pero recibe una compensación de B.
En un sistema de este tipo asimétrico, según lo practican
los murngin de Australia, el circulo
de intercambio de esposa solo se completa al cabo de 7 generaciones
Sistemas complejos
son los que se limitan a establecer la prohibición de casarse con
determinadas personas, dejando libertad para la elección del cónyuge.
Ambos sistemas suponen el riesgo de que no se cumpla
la contrapartida.
En la década de los 1970’s investigadoras
feministas partiendo de la idea levi-straussiana acerca de que el matrimonio se
originó como una manera de intercambiar mujeres y que las alianza matrimoniales
se establecen, no entre hombres y mujeres, sino únicamente entre hombres por medio de las mujeres, invirtieron la
teoría matrimonial del varón protector.
Para ellas el matrimonio se originó, no
para proteger a las mujeres, sino para oprimirlas. Esto es así ya que las
mujeres desempeñaban un papel esencial en la invención de la agricultura, la
conservación de los alimentos, y la reproducción física del grupo, el
matrimonio fue el resultado, no del esfuerzo de las mujeres por atraer a los
protectores y proveedores, sino del interés de los hombres por controlar los
poderes productores y reproductores de las mujeres.
De acuerdo a esta teoría de la opresión,
los hombres obligaron a las mujeres a casarse, a veces utilizando el rapto, la
violación y la violencia. Los hermanos intercambiaban a sus hermanas por
esposas y los padres obtenían el poder en la comunidad entregando a sus hijas a
los hombres jóvenes. Los hombres ricos acumulaban muchas esposas que trabajaban
para ellos, y daban a luz más hijas que servían para seguir aumentando su
poder.
Desde la teoría de la opresión Iris
Marion Young dice la función histórica del matrimonio ha sido “la utilización de las mujeres como medio
para forjar alianzas entre hombres y perpetuar sus linajes…” “aun hoy el matrimonio es la piedra angular
del poder patriarcal”.
Christine Delphy y Dina Leonard dicen
que “el matrimonio fue una de las
primeras formas que tuvieron los hombres de beneficiarse del trabajo de las
mujeres”
Hay pruebas etnohistóricas de que en
muchas sociedades, el matrimonio fue realmente una forma utilizada por los
hombres de poner a trabajar a las mujeres en su beneficio.
Los indios de las llanuras
norteamericanas entre los S-XVII y XIX
Los
indios de las llanuras son los más conocidos actualmente. Comían búfalo,
utilizaron caballos a partir de del S-XVII, vivian el tipis y no cultivaban.
Desde que adquirieron los caballos se combirtieron en los más nómadas de los
indios y combatieron al hombre blanco con mucho impetu hasta los 1870's.
Blackfoot, Crow, Sioux (Dakota) Cheyenne, Comanche, entre
otros.
En la leyenda de los pies negros sobre los orígenes del matrimonio,
los hombres obtuvieron carne seca y frutos silvestres, ropas de abrigo,
mocasines blandos y bonitas chozas sólo después de que las mujeres decidieran
tomarlos como maridos. En la vida real, los hombres comenzaron a acumular
pieles de búfalo, grandes cabañas y otras «cosas bonitas» que a menudo incluían
más de una esposa, en un proceso en el que la decisión de la mujer tenía muy
poco peso.
Antes de que los europeos introdujeran el caballo en el oeste de
Estados Unidos, los pies negros y otros indios de las llanuras cazaban los
búfalos a pie tendiéndoles emboscadas. El grupo en su totalidad -hombres, mujeres
y niños- participaba de la cacería, que consistía en ir llevando a los animales
hasta una trampa o un risco. Los hombres aporreaban al búfalo hasta matarlo y
las mujeres se encargaban de salar la carne y curtir los cueros. Aunque los
hombres cumplían las tareas más arriesgadas y agotadoras, el trabajo se dividía
equitativamente y era episódico; una buena cacería podía suministrar alimentos
y ropas para un largo tiempo.
Pero una vez que los europeos introdujeron el caballo, las armas de
fuego y el comercio de pieles en Norteamérica, todo cambió. Entonces los
hombres pudieron cazar un búfalo individualmente. Tenía los medios y el
incentivo para matar más búfalos de los que necesitaban para su propia
subsistencia porque podían comerciar el excedente con los hombres blancos y
obtener ganancias personales. Esta situación aumentó enormemente la cantidad de
cueros por curtir y la cantidad de carne por secar. Los cazadores más efectivos
empezaron a cazar más búfalos de los que una esposa podía procesar y, de pronto,
tener más esposas significó tener más riquezas. Los hombres más ricos empezaron
a acumular esposas ofreciendo caballos a cambio a los padres de las jóvenes.
La expansión del comercio de los cueros de búfalo tuvo como consecuencia
directa un notable aumento de la cantidad de esposas por cazador y también hizo
que la edad en que se casaba una mujer descendiera hasta la preadolescencia,
además de multiplicar acentuadamente las restricciones sociales impuestas a las
esposas. De acuerdo con ciertos observadores del siglo XIX, la práctica de
tener a varias esposas era mucho más común en los grupos que comerciaban con
las compañías de pieles y en estos grupos el trabajo femenino era mucho más
intenso. Estas tribus eran también las que aplicaban las formas más severas de
castigo, como cortarle la nariz a una mujer por adulterio.
Pekka Hamalainen, “The Rise and Fall of Plains Indian Horse Cultures”. Journal of American History, December 2003
Jane Collier, en Marriages and and Inequality in Classless Society
sostiene que la dependencia respecto al matrimonio que tenían los hombres de
los grupos de indios de las praderas les llevó a restringir la autonomía de las
mujeres y a oligarlas a casarse. Pero esta autonomía admitía que los maridos y
parientes generalmente no podían impedir
que una mujer abandonara a su marido, tuviera un amante o se fuera con
otro hombre.
En muchas sociedades que practican la
caza y la recolección y una agricultura rudimentaria, es habitual que los
padres arreglen el primer matrimonio, llegando hasta poder obligar a una joven
a casarse. Sin embargo, en la mayor parte de sociedades sin extensas
propiedades privadas el matrimonio tiende a ser frágil y las mujeres cuyas
familias han concertado la boda, con frecuencia abandonan al marido y huyen con
un amante sin sufrir represalias.
Por todo ello no creemos que el
matrimonio haya sido inventado con el propósito de oprimir a las mujeres, como
tampoco que haya sido inventado para protegerlas. En la mayor parte de los
casos el matrimonio probablemente se originó como un modo informal de organizar
la compañía sexual, la crianza de los hijos y las tareas cotidianas de la vida.
Se fue haciendo más formal tal y como los grupos empezaron a intercambiar
esposas a distancias mayores.
No hubo nada inherente en el matrimonio
que protegiera de la violencia a los niños y las mujeres ni que produjera la
relación equitativa y afectuosa a la que hoy se aspira. Tampoco hubo nada
inherente a la institución matrimonial que exigiera que un grupo se subordinara
a otro.
El efecto que tuvo el matrimonio en las
vidas individuales de las personas siempre dependió de las funciones que este
cumplía en la vida económica y social, funciones que cambiaron continua y
radicalmente a lo largo del tiempo.
Con el crecimiento de las desigualdades
sociales, la definición de lo que era un matrimonio aceptable se fue
reduciendo. Los grupos de linajes ricos y poderosos se negaron a casarse con
miembros de grupos más pobres y rechazaron a los niños nacidos de matrimonios o
uniones no autorizadas.
Así, si bien al principio parece que el
matrimonio había sido un modo de crear y hacer crecer los grupos cooperativos,
con el tiempo se fue convirtiendo en el medio utilizado por los grupos de
familias poderosas para acumular gente y propiedades.
Los grupos familiares o linajes con una
posición social más elevada fueron elevando las exigencias de “precio” por entregar a uno de sus hijos
en matrimonio.
Los jóvenes a menudo tenían que pedir
ayuda financiera prestada a sus mayores para poder casarse, lo que reforzaba el
control de los mayores sobre los más jóvenes.
Tal y como ciertos grupos se fueron
haciendo más poderosos, empezaron a casarse dentro de círculos más restringidos
y a veces hasta se alejaban de la exogamia practicando la endogamia a fin de
preservar y consolidar la propiedad y los lazos de parentesco.
A mayor riqueza mayor interés por parte
de los parientes de influir en la elección del cónyuge, en la estabilidad del
matrimonio, y si éste terminaba, en el arreglo de un segundo matrimonio que
pudiera asegurar nuevos herederos y obstaculizar la transmisión de la
propiedad.
Cuando el matrimonio llegó a ser el
principal vehículo de transmisión de posición social y de propiedades, hombres
y mujeres sufrieron importantes restricciones a su conducta, aunque casi
siempre fueron las mujeres las que se llevaron la peor parte.
En el mundo antiguo, el invento del
arado exacerbó la subordinación de las esposas al disminuir el valor del
trabajo agrícola de la mujeres ya que se necesitaban hombres para llevar los
bueyes y este trabajo era muy diferente del trabajo agrícola en la huerta. Los
maridos empezaron a exigir dotes en lugar de ofrecerlas ellos a cambio de
esposas y las hijas se devaluaron hasta el punto de aparecer el infanticidio
selectivo femenino.
La propagación de las guerras en los
primeros estados también contribuyó a hacer descender el estatus de la
mujer.
Con el aumento de la complejidad y las
diferencias sociales las clases superiores exhibían cada vez más sus riquezas
adoptando normas de belleza y de conducta en las que se incluían las mujeres.
Ropas únicas, joyas pesadas, uñas largas eran elementos que indicaban públicamente
que la familia tenia esclavos que hacían el trabajo que alguna vez habían hecho
las mujeres y los hijos.
Durante milenios las intrigas de las
familias, las autoridades y las elites prevalecieron sobre los deseos
individuales de los jóvenes cuando se trataba de elegir o rechazar un cónyuge.
Solo han pasado 200 años desde que hombres y mujeres comenzaron a disputar a
sus padres, la Iglesia y el Estado el control del derecho a casarse.
Solo en el último siglo las mujeres han
empezado a tener la independencia para decidir su matrimonio sin tener que
someterse a la necesidad económica y la presión social
HISTORIA DE LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL
Matrimonio
por etapas
a. Códigos mesopotámicos del segundo milenio establecían que el matrimonio era
el resultado de actos múltiples, escalonados en el tiempo. Dos actos son los
más importantes: la entrega de la tirhatu,
algo así como un premio nupcial que el marido ofrecía al padre de la muchacha y
luego, el momento cuando la mujer era confiada a su marido.
Con el tirhatu el marido recibía el calificativo de dueño de la mujer y de
yerno. Si el matrimonio no se realizaba por culpa del novio éste perdía el tirhatu y los regalos que ya había
recibido. Si era culpa del padre, debía pagar el doble.
El matrimonio babilónico requería la
redacción de un escrito.
b. Para los hebreos tambien era un conjunto de actos. Negociaciones previas,
redacción de la kethuba, acuerdo
entre los padres y los futuros esposos, entrega de un mohar, dote aportada por la mujer, ceremonias y fiestas diversas,
bendición y finalmente, entrega de la mujer que pasaba a vivir con su nueva
familia. A partir del intercambio de los compromisos, mucho antes de que se
reuniera con el marido, las relaciones estaban prohibidas y eran castigadas
como adulterio y la exponía a la lapidación (Dt 22, 23-24). Si su futuro marido
moría antes de la unión, ella quedaba obligada al levirato, por tanto se
trataba de algo más que una promesa (esponsales).
c. Para los atenienses V-IV había dos momentos en el matriminio: la enguesis y la ekdosis. El primero era un compromiso (engagement-enguein) entre el futuro marido y quien
tuviera autoridad sobre la mujer kúrios.
Luego, la entrega era la ekdosis que
podía producirse muchos años después del compromiso.
d. Entre los germánicos también dos momentos Verlobung
y Trauung. El primero era el
compromiso de entregar a la mujer a su futuro marido junto con la autoridad
sobre ella que hasta entonces ejercía su padre (mundium). El hombre se comprometía a recibir a la mujer y tratarla
como esposa. La trauung completaba la
unión al instaurar la vida en común.
e.
Roma
estableció un régimen distinto de matrimonio. Su derecho se reducía un acto
sencillo y breve para la formación del vínculo.
La familia romana era un hogar, que
entre los ricos y poderosos podía incluir centenares de personas y cosas:
hijos, sirvientes, esclavos, ganado y otras propiedades. Todo pertenecía al paterfamilias, incluyendo a su esposa e
hijos. Jurídicamente el pater no era parte de la familia, ya que era su
propietario. En familias humildes la familia de un pater era mucho más modesta.
La definición clásica de matrimonio
romano es de Modestina: “El matrimonio es
la unión de un hombre y una mujer, para toda la vida, según la ley divina y humana.
(Nuptiae
sunt conniunctio maris et feminae et consortium ovnis vital, divini et humani
iuris comminatio” Dig. 23,2,1.
En esta definición, para los romanos, el
matrimonio no era la unión sexual la que genera el matrimonio sino el
consentimiento –teoría consensual- Esta
concepción romana del matrimonio es fundamental para la historia de la institución
matrimonial en Occidente. Este mutuo consentimiento de las partes es visto como un contrato bilateral presente
en otras partes del derecho romano.
El entender el matrimonio como una unión
permanente no significaba la posterior noción cristiana de matrimonio
indisoluble, para toda la vida y haciendo nulo cualquier otro matrimonio. La
idea era doble, posibilidad de construir una sola unidad social y posibilidad
de poseer propiedades y bienes para su goce en común. Todo ello además de la
intención de tener hijos.
A estos aspectos socio-económicos se le
añadieron los sentimientos y las actitudes de las personas contrayentes:
- el honor
matrimonii que es el decoro y la dignidad social con que un marido debe tratar a su mujer, y
que distingue al verdadero matrimonio del concubinato, u otros tipos de
cohabitaciones
- el affectio
maritalis como manifestación externa del honor mediante el cariño y
el amor que ambos cónyuges debían prodigarse mutuamente. ¿Dilectio?
Más preocupado por la formación del
vinculo, el derecho romano no se
interesó por la vida de la pareja ya que caída fuera del derecho, además de
cierto rechazo a penetrar en el terreno reservado de la vida familiar.
Plutarco dice de Porcia, la mujer de
Bruto, que no había ido a su casa, como una concubina, para compartir su cama y
su mesa, sino para instaurar “una comunidad de lo bueno y lo penoso” (Brutus,
13)
El matrimonio romano se iniciaba con el
acuerdo de los jefes de las dos familias. El consentimiento del novio y de la
novia era requisito esencial y absolutamente necesario para que el matrimonio
tuviera validez legal.
Los demás ritos eran el compromiso, el
acuerdo de la dote, la procesión ceremonial de la novia y de sus acompañantes
hasta la casa del novio, el banquete de bodas, etc. Todos ellos era una prueba del
consentimiento.
Desde el punto de vista jurídico, al
casarse, la esposa pasaba a estar bajo la autoridad (manus) de su marido. Así quedaba incorporada a la familia del
marido (los juristas decían: como una hija) Quedaba asociada al culto familiar
y por eso se decía que se ponía en común tanto en lo divino como en lo
humano.
En época imperial la mujer casada gozó
de gran independencia. Ya no estaba bajo el manus
del marido. El matrimonio acompañado de la manus
ya casi había desaparecido. A partir de entonces la esposa era, desde el punto
de vista social, una asociada al
marido, por el lugar que se le reconocía en la vida social. Llevaba a cabo
actos jurídicos y disponía de sus bienes. El régimen dotal romano era un régimen
de “separación de bienes”.
El deber de fidelidad, si bien se
imponía a los dos, solo estaba jurídicamente sancionado para la esposa. El
adulterio del marido no era contemplado por el derecho remano. La falta
cometida por la mujer fue mucho tiempo un asunto privado, que se juzgaba en el
marco doméstico. La sanción tenia que ver con la venganza más que con el
derecho. El único juez era el marido. La pena podía llegar hasta la muerte de
la mujer y del cómplice. Era una venganza del ultraje más que el castigo de un
delito.
En época imperial, cuando la mujer ya no
estaba bajo la manus del marido -lo
que la convertía en un ser incapaz- la ruptura matrimonial podía emanar de uno
u otro esposo, y contra la cual no cabía ningún recurso.
No se prescribía ninguna formalidad
específica, a menudo adoptaba la formula “llévate tus cosas” (res tuas tibi habeto).
Al ser un asunto de familia, ni el
divorcio ni el repudio exigían ninguna intervención de la autoridad pública. No
existían juicios de divorcio como tampoco existían actos oficiales de
matrimonio. La vida de la pareja caía fuera del control de la ciudad. El
problema de tener que demostrar la unión, o la ruptura, era una cuestión de
hecho para lo que se admitían toda clase de pruebas.
Por mucho tiempo el derecho romano no se
preocupó de la suerte de los hijos de un matrimonio con problemas. Hasta la
constitución de 293 no se confió al juez la determinación de la custodia de los
hijos varones.
La revolución antonina (cambios
políticos y sociales bajo el emperador Adriano) introdujo una nueva moral, que
en el caso del matrimonio imponía un sentimiento de igualdad entre los esposos.
Nacía así el concepto de pareja, que
viviría junta el resto de sus vidas. De este modo se frenaban los vicios del
pasado. Así nació también la nueva mujer: la esposa cariñosa.
El debate se centró en el valor
concedido a los placeres en la vida conyugal (afrodisia)
Plutarco “la igualdad de los esposos no
era obstáculo para la existencia, en el interior de la célula conyugal, de una
sutil jerarquía donde el hombre se convertía en el mentor de la mujer, en “el
guardián de sus sueños”, ya que pensaba que no era posible dejar sueltas a las
mujeres pues “conciben muchas ideas funestas, bajo designios y emociones”
Así la concordia matrimonial garantizaba
el orden social.
f.
El matrimonio en el cristianismo
Todo empieza en el origen cuando se
dice:
“Dejará el hombre a su
padre y a su madre y se unirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola
carne” Génesis (2, 24)
Lo que distinguía al cristianismo del
judaísmo era la creencia en la proximidad del reino de Dios y que por
consiguiente la gente debía romper sus ataduras mundanas y prepararse para la
inminente llega del reino.
El cristianismo primitivo era hostil a
las obligaciones matrimoniales y familiares. Jesús insistía en que el
matrimonio y los vínculos de parentesco debían ocupar un según plano frente a
la preparación para el reino:
“si
alguno de los que me siguen no aborrece a su padre y a su madre, y a la mujer y
a los hijos y a los hermanos y aun a su vida misma, no puede se mi discípulo”
(Lucas 14,26) también (Mateo 10,37)
Pero
en el evangelio agnóstico de Felipe, cuando habal de las especiales relaciones
de Jesús con Maria
Magdalena dice,
60. El misterio
del matrimonio es grande, pues sin él el mundo no existiría. La consistencia
del mundo depende del hombre, la consistencia del hombre depende del matrimonio. Reparad en la unión sin mancha, pues tiene un gran
poder. Su imagen radica en la polución corporal.
61. Entre los espíritus impuros los hay machos y
hembras. Los machos son aquellos que copulan con las almas que están alojadas
en una figura femenina. Las hembras, al contrario, son aquellas que se
encuentran unidas con los que están alojados en una figura masculina por culpa
de un desobediente. Y nadie podrá huir de estos (espíritus) si se apoderan de
uno, de no ser que se esté dotado simultáneamente de una fuerza masculina y de
otra femenina —esto es, esposo y esposa— provenientes de la cámara nupcial en
imagen. Cuando las mujeres necias descubren a un hombre solitario se lanzan
sobre él, bromean con él (y) lo manchan. Lo mismo ocurre con los hombres
necios: si descubren a una mujer hermosa que vive sola, procuran insinuarse e
incluso forzarla con el fin de violarla. Pero si ven que hombre y mujer viven
juntos, ni las hembras podrán acercarse al macho ni los machos a la hembra. Lo
mismo ocurre si la imagen y el ángel están unidos entre sí: tampoco se
atreverá nadie a acercarse al hombre o a la mujer.
Aquel que sale del mundo no puede caer preso por la sencilla razón
de que (ya) estuvo en el mundo. Está claro que éste es superior a la
concupiscencia [... y al] miedo; es señor de sus [...] y más frecuente que los
celos. Mas si [se trata de ...], lo prenden y lo sofocan, y ¿cómo podrá [éste]
huir de [...] y estar en condiciones de [...]? [Con frecuencia vienen] algunos
[y dicen:] «nosotros somos creyentes» (a fin de
escapar de ... y) demonios. Si éstos hubieran estado en posesión del Espíritu
Santo, no se les habría adherido ningún espíritu inmundo.
62. No tengas miedo de la carne ni la ames: si la temes
se enseñoreará de ti, si la amas te devorará y te entumecerá.
Muchos de los primeros cristianos creían
que el matrimonio socavaba el riguroso dominio necesario para poder alcanzar la
salvación:
“yo
deseo que viváis sin inquietudes. El que no tiene mujer anda solícito de las
cosas del señor y en lo que ha de agradar a Dios. Al contrario, el que tiene
mujer anda afanado en las cosas del mundo y en cómo agradar a la mujer y se halla
dividido”,.. de la misma manera, la mujer no casada o una virgen piensa en las
cosas de Dios para ser santa en cuerpo y alma. Más la casada piensa en las
cosas del mundo y en cómo ha de agradar al marido” (1 Co 7,32-34)
Las actitudes cristianas respecto al
matrimonio y la sexualidad marcaron un claro contraste con las religiones más
antiguas.
Para
los hindúes casarse era un acto sagrado y la persona soltera o no casada
era considerada impía, o al menos incompleta y no podía postularse para
participar en ciertas ceremonias religiosas.
El Antiguo Testamento y otras enseñanzas
judías llamaron al matrimonio mandamiento de Dios y celebraban la sexualidad
dentro del matrimonio.
El Talmud dice que los estudiosos de la
Tora debían casarse antes de embarcarse en sus estudios “pues quien no está casado estará poseído a lo largo del día por
pensamientos sexuales”. En eso coincidían los primeros cristianos pero esa
aceptación del matrimonio era mucho menos entusiasta: “pues mas vale casarse que abrasarse” (1 Co, 7,9)
San Pablo habla del matrimonio del papel
de la mujer en varios momentos
- Sobre la indisolubilidad del
matrimonio (Co 7,10-11,49); (Ro 7,2-3);
- Sobre la sumisión de la mujer (Ef 5,
22-24),
- Sobre el amor y la ayuda del marido
(Ef.. 5 25-30).
- Sobre el derecho de cada esposo sobre
el cuerpo del otro (1 Co 7,3-5). a pesar que ve al matrimonio como “un
remedio contra la concupiscencia” (1 Co
7,2).
- Sobre la licitud del matrimonio lícito
(1 Co 7, 28) pero
- El matrimonio sigue siendo inferior a
la virginidad (1 Co 7, 37-38) Aunque también amonesta a los Gnósticos por su rifutio de la carne.
- El matrimonio como sacramentum En (Ef 5, 32) menciona por
primera vez la dimensión sacramental al comparar la unión de los esposos con la
unión de Cristo con su Iglesia (Ef 5, 25-30) el matrimonio simboliza esa unión.
El cristianismo primitivo era muy
riguroso contra el divorcio y al poligamia.
Jesús declaró que el consentimiento del
divorcio por parte de Moisés que provocó que se incluyera en las leyes judías
del matrimonio, había sido una concesión a la debilidad y la tozudez del
pueblo. La verdadera intención de Dios era que marido y esposa llegaran a ser
una sola carne. “No separe pues el hombre
lo que Dios ha unido” Mc 10,9).
Sin embargo, en la práctica, durante los
primeros mil años la Iglesia cristiana era flexible con el divorcio. Durante
mucho tiempo incluso predicó el divorcio para como un modo de proteger la
monogamia.
La
influencia cristiana en la familia y el matrimonio romanos
El papel de la Iglesia en relación al
matrimonio y la sexualidad es fundamental para explicar la persistencia de un
mismo modelo matrimonial tanto tiempo hasta hoy.
El primer efecto directo de la
influencia cristiana sobre la ley matrimonial romana, fue declarar como delito
la bigamia.
El único procedimiento para finalizar un
matrimonio legalmente era el divorcio. Fue Constantino en 326 el que prohibió
mantener simultáneamente una esposa y una concubina.
Diversos Decretos de los emperadores
cristianos fueron modificando las formas de contracción de matrimonio. Restringiendo
a las clases altas el lugar donde un célibe aristócrata podía elegir cónyuge,
lo que suponía reducir el ámbito de elección. A las clases bajas sin embargo se
les amplió las posibilidades al hacerles legalmente posible la legalización en
el caso de parejas informales que estaban fuera de la ley como las parejas de
esclavos (contubernium).
Por influencia del cristianismo el
ritual fue alejándose de las tradiciones romanas. La bendición nupcial de un
sacerdote llegó a ser una obligación. Sin embargo las diferentes tradiciones
germánica y romana se mantuvieron por un tiempo en el acto de la bendición.
En la Galia el sacerdote impartía la bendición nupcial a la pareja
mientras ésta permanecía en el lecho iglesia, poniendo énfasis en el hecho que
el matrimonio se consumaba con la unión íntima de la pareja santificada por el
ministro.
En Italia, sin embargo, la bendición el
sacerdote la realizaba en la Iglesia, habitualmente junto a la entrada,
mientras los contrayentes intercambiaban los consentimientos. De este modo el
consentimiento pasaba a ser simbólicamente el elemento clave del rito.
**
La relativa continuidad doctrinal
mantenida por la Iglesia desde el S-IV hasta el S-XX influyó en las bases del
sistema de parentesco.
Es así como Goody explica la
especificidad del matrimonio y el parentesco europeo a partir de la incidencia
de las regulaciones eclesiásticas.
Otros teóricos, al contrario de Goody,
ven los orígenes de la familia europea en el desarrollo del capitalismo o del
protestantismo.
A partir del S-IV se desarrolló en
Europa una concepción del parentesco que difería sustancialmente del modelo
mediterráneo existente con raíces griegas, romanas y norteafricanas.
Sistemas de parentesco en la España medieval
según Guichard (1971)
|
|
Sistema Oriental
|
Sistema Occidental
|
Sistema
de descendencia
|
Patrilinial
|
Bilateral
|
Pareja
conyugal
|
Por cohesión a causa de la
patrilinealidad y la poligínia
|
Celula básica cognaticia i monogámica
|
Grupos
de parentesco
|
Tribal - Linaje agnaticio
|
Únicamente la parentela
|
Alianzas
|
Endogamia. Preferencia por la hija del
hermano de la madre
|
Exogamia. Valoración de las Alianzas
|
Posición
de la mujer
|
Estricta separación de los sexos y
exclusión de la mujer
|
No existe separación rígida de la mujer
de la vida pública
|
Concepto
de honor
|
Fundamentado en lo que se es, más que
en lo que se posee
|
Vinculación a la posesión de un titulo
o propiedad
|
Constantino en 320
promulgó una ley que relegaba a las jóvenes a un plano secundario: “en nombre de la incapacidad que supone la
liviandad y la inconsistencia del sexo femenino”. Con esa ley el orden
social descansaba en el matrimonio y en el derecho de propiedad y ambos debían
ser protegidos por la ley y la administración.
Este cambio se produjo por intervención
de la Iglesia que intentó controlar el grupo familiar para conseguir la
transferencia de propiedades y riqueza para el sostén de sus miembros, que
abandonaban sus grupos familiares para dedicarse a la vida religiosa.
Uno de los principales modos de ejercer
ese control fue a través de la producción de un discurso ideológico de la
sexualidad
La
sexualidad en el cristianismo
Michel Foucault decía que desde la
confesión medieval hasta las múltiples formas de autodescubrimiento personal existentes hoy en día en Occidente,
“la confesión ha sido y sigue siendo hoy, la matriz general que rige la
producción del discurso verídico sobre el sexo” (1977:63)
Como el cumplimiento del deber conyugal
y la procreación eran los dos únicos motivos legítimos para el matrimonio, la
Iglesia no consideraba el amor como una finalidad de las relaciones conyugales.
No hacia falta el amor: “en vez de casarse por amor, se han de amar
porque están casados”. Esto llevaba a la negación de la sexualidad en el
matrimonio.
Así la condena del placer sexual,
negando que el placer no era un fin legítimo del matrimonio, y la distinción
entre fornicación –búsqueda del placer- y matrimonio –deber de procreación- se
convirtieron en las bases de un sistema doctrinal que llegó hasta equiparar la
búsqueda del placer sexual dentro del matrimonio al adulterio.
San Jerónimo (S-V): “todo amor por la esposa de otro es verdaderamente
vergonzoso, y lo es también por la propia. No hay nada más infame que amar a la
esposa como a una amante.”
Lo que ahora consideramos amor ha sido
algo desconocido en la doctrina cristiana de todos esos siglos.
Se distinguía entre amor cristiano,
visto como superior, y amor humano natural, que no era condenable, pero que
podía ser peligroso, porque podía conducir a actividades no aceptables
moralmente.
Muchas de las justificaciones
eclesiásticas sobre el placer y el amor, parten de las teorías agustinianas
sobre la concupiscencia, según la cual, el hombre mantiene después del pecado
original una fuerza intrínsicamente mala que ni el bautismo puede eliminar. El
acto conyugal solo será legítimo si tiene como finalidad la procreación que es
una buena causa, que contrarresta los aspectos malos.
El objetivo de la procreación asigna
papeles diferentes al hombre y la mujer en relación a la sexualidad. El hombre
tiene derecho a gozar del acto sexual con fines reproductivos por ser el único
modo de procrear. La mujer, al contrario, no es imprescindible que goce,
estando obligada a satisfacer al marido sin que ella misma goce de su
sexualidad. No podía llevar la iniciativa sexual.
El Concilio de Trento varió algunos
aspectos. Algunos teólogos propusieron, en contra de la tendencia general, que
la mujer tenia iguales derechos sobre el cuerpo del marido.
Este debate recoge dos tradiciones
médicas que diferían sobre la naturaleza de la sexualidad femenina: la de
Galeno/Hipócrates y la de Aristóteles.
Para Galeno la mujer, igual que el
hombre, emite una especia de semen en el momento de la copulación, que solo se
segrega mediante el placer sexual. Por eso no hay fecundación sin placer
sexual.
Para Aristóteles la mujer solo tiene un
papel pasivo en el acto sexual, ya que la sangre menstrual era fecundada por el
semen. Así, el placer masculino es imprescindible para producir el semen, pero
en el caso de la mujer no es necesario para la fecundación.
Estas ideas del cristianismo sobre la
sexualidad no provenían de los textos bíblicos.
El Antiguo testamento loaba el amor
carnal, no condena el placer sexual ni la contracepción y hasta se admiten
ciertas relaciones extramatrimoniales.
El Nuevo Testamento tampoco justifica la
procreación como la única finalidad del matrimonio, existiendo justificaciones
acerca de la necesidad del amor conyugal.
Por este motivo, en los primeros siglos
del cristianismo se valoró la castidad, a imitación de Cristo, pero no tanto
las finalidades exclusivamente reproductivas del matrimonio, estando admitido
el matrimonio entre sacerdotes.
La concepción del matrimonio y la
castidad cambió radicalmente cuando la Iglesia se defendió de la presión de las
sectas gnósticas del S-II que se decía que practicaban el sexo de manera
generalizada. A partir de entonces, la Iglesia empezó a condenar las relaciones
sexuales por placer, adoptando una posición estoicista.
Esto se producía en un contexto en que
la Iglesia se alejaba de la tradición romana para forzar el paso de una familia
basada en sucesión y en el papel del pater
familias a una familia fundada en la consanguinidad.
La
dimensión social de matrimonio en el cristianismo
La mayor preocupación de la Iglesia
sobre el matrimonio no fue la sexualidad sino el incesto y el consentimiento
paterno o los matrimonios clandestinos.
La evolución de la definición del
incesto por parte de la Iglesia católica romana es uno de los rasgos más
intrigantes del matrimonio medieval.
Ni el Antiguo ni el Nuevo Testamente
daban elementos para sustentarlas.
El grado de prohibición del incesto o
matrimonio entre consanguíneos fue variando y justificándose teológicamente con
diferentes argumentos, sin olvidar la importancia que tuvieron las dispensas
papales
- Hasta el S-V solo estaban prohibidas las uniones
levíticas (con sus padres, hijos, hermanos, nietos).
- A mediados del S-VI los sínodos empezaron a denunciar
como incestuosa la práctica habitual en el Antiguo Testamento de casarse
con la viuda de un hermano (levirato).
- Durante los S-VI y VII los Obispos iniciaron un ataque
contra los matrimonios con primos hermanos y hasta con segundos,
madrastras, hijastras y viudas de los tíos.
- El Concilio de Toledo de 653 lo amplió hasta el 7º
grado canónico.
- En 721 el Papa Gregorio II prohibió el matrimonio con
una madrina del propio hijo o con la madre de un ahijado.
- A finales del VIII era incestuoso casarse con
parientes políticos o con parientes de alguien con quien alguna vez la
persona en cuestión hubiese mantenido relaciones sexuales.
- El Concilio de Letrán de 1215 lo redujo al 4º grado
canónico de parentesco, lo que se mantuvo hasta principios del S-XX. El
objetivo declarado del Concilio era poder imponer con mas rigor la
proscripción.
- El Codex Juris
Canonici de 1915 estableció el 3º grado que es el vigente.
Goody cree que el elemento fundamental
de las prohibiciones, a parte de los ingresos por dispensas, fue la capacidad
de control y de influencia de la Iglesia sobre la vida de las familias con
importantes consecuencias en la estructura de los grupos de parentesco y las
líneas de descendencia, lo que también influyó en la capacidad de acumulación
de bienes para finalidades religiosas.
Estas prohibiciones según Coontz
llegaron a constituir armas muy útiles en las luchas por de poder de la época.
Y más cuando la Iglesia las aplicaba de manera errática e interesada.
La segunda preocupación, el
consentimiento paterno o los matrimonios clandestinos, desde el S-VIII el
consentimiento paterno no era necesario para el matrimonio, solo era necesario
el consentimiento mutuo de los cónyuges.
En el Concilio de Ruan de 1072 se
estableció que las únicas condiciones para celebrar el matrimonio eran estar en
ayuno, antes del mediodía, en publico, la novia un velo en la cabeza, y que se
pronunciaran las formulas rituales. La presencia del sacerdote estaba recomendada
pero no era imprescindible.
El Concilio de Trento de 1563 mantuvo el
consentimiento de los cónyuges pero limitó la celebración de matrimonios
clandestinos.
Elevó el matrimonio a la categoría de
sacramento
Obligó a la presencia del sacerdote,
Necesidad de presentar los capítulos
matrimoniales,
Necesidad de inscripción en el registro
parroquial
Incrementó de la edad del matrimonio
20/18
Prohibió el casar a los vagabundos
Adopción por parte de la mujer del
nombre del marido
Para los primeros cristianos el sentido
de la vida conyugal no consiste en la búsqueda de la felicidad carnal, sino en
hacer viable la sociedad, aunque eso obligara a la disciplina sexual.
La palabra domus designaba la casa, pero también la familia. La casa alcanza
el cenit de la representación social permitiendo una tregua entre los dos
sectores enfrentados del cristianismo primitivo: los ascéticos que rechazaban
las relaciones sexuales en el matrimonio y los defensores del proyecto paulino
de una honesta vida conyugal.
Este modelo de casa cristiana se oponía
al modelo de casa romana, de carácter patriarcal, en la que la esposa carecía
de un papel dirigente.
Pero en este nuevo modelo de casa
cristiana primitiva aun no estaban asegurados los futuros valores cristianos:
el lecho conyugal único, el valor de los hijos, el rechazo de las técnicas
anticonceptivas, la adecuación de la sexualidad a la doctrina, el respeto a la
memoria de los viudos y la negación del levirato.
San Agustín (354-430) en su obra “Sobre el matrimonio perfecto” defiende
la vida sexual conyugal como algo que pertenece a Dios, y no al diablo como
defendían los gnósticos. El matrimonio para él era un sacramentum, o sea, un signo visible de la mano de Dios, y por eso
era uno e indivisible.
Pero San Agustín no resolvió el problema
acerca de la posibilidad de las relaciones sexuales con la esposa. En este
sentido, Capella (410-439) propone la vuelta a los valores clásicos romanos
relacionados con la recuperación del cuerpo como espacio de los placeres.
San Isidoro de Sevilla, en su Libro XX
de las Etimologías epitomíza la tradición de San Agustín y de Capella con su
definición de adulterio:
“la
responsable siempre es la mujer, la única capaz de convertir el deseo en
realidad”.
Con ello empieza el largo debate bajo
medieval acerca del matrimonio.
En el siglo VII existía la creencia de
que la Virtus –el valor guerrero- se
propagaba por la sangre. La función del matrimonio era por tanto transmitir de
padres a hijos la cualidad genética de una determinada “raza” al igual que en
Roma se heredaban las tierras o los honores al interior de la Gens.
Según Goody, en las Disposiciones de
Gregorio I (540-604) encontramos las bases de la familia europea, vigentes
durante siglos y que se fundamentan en seis medidas básicas promovidas por la
Iglesia:
1. La voluntad del individuo y la pareja conyugal
en el matrimonio, en contra del grupo definido por el derecho romano,
fuertemente influenciado por la filiación y la transmisión de una generación a
otra.
2. La libertad de la mujer para acceder a la
propiedad, contrariamente a las disposiciones civiles. Por ejemplo, la
recomendación de que las viudas no se volvieran a casar para que diesen sus
bienes a la Iglesia.
3. Los obstáculos puestos a la adopción. Mientras
que en el derecho romano la adopción legal estaba muy extendida, la Iglesia la
substituía por una relación de parentesco simbólica espiritual como el
padrinaje, que negaba la filiación.
4. La condena del concubinato. Institución muy
frecuente, condenada no tanto por la convivencia sino por los hijos ilegítimos
que quedaban fuera de la herencia.
5. La imposición ya a partir del S-IV del celibato
de los sacerdotes. Esto supuso la proliferación de sacerdotes con concubinas,
lo que no era visto como problemático, sino que lo que interesaba era dejar a
los sacerdotes sin descendencia legal para que revirtieran en la Iglesia sus
bienes.
6. Intensificación de las prohibiciones de los
matrimonios consanguíneos lo que supuso la intervención de la Iglesia en el
control de las estrategias hereditarias y matrimoniales domesticas.
La Iglesia, ha mantenido una misma
doctrina a lo largo de 16 siglos sin que se produjeran variaciones
significativas resultado de las discusiones teológicas que si se han producido.
El matrimonio se ha utilizado como instrumento de control (Duby, 1981:303)
visto este como unión indisoluble entre dos personas iguales con el objetivo
fundamental de la procreación.
A principios del S-X, para el
pensamiento cristiano el matrimonio tenía como función asegurar la procreación
y atemperar la sexualidad de los hombres.
El matrimonio vive una evolución que lo
convertirá de la mano de la iglesia, en monógamo, indisoluble y exógamo.
La imposición de este modelo no será
fácil. Las zonas de tradición romana vivieron divorcios por mutuo acuerdo hasta
el S-VIII. Mientras que los germánicos ejercían el repudio, a menudo
justificado por la esterilidad femenina. Además, las sociedades germánicas como
la merovingia, estaban bien organizadas en formas matrimoniales poligínicas,
con dos niveles de unión estable, a más del concubinato.
Con la culminación del matrimonio
sacramental, se alcanza el rechazo de las uniones clandestinas, inestables o de
consideración incestuosa o irregular. A partir de ese momento en las ceremonias
matrimoniales participa un cura que aplica una liturgia expresa. En el S-XII la
iglesia elabora y aplica un derecho canónico propio que se desarrolla
plenamente en el S-XIII.
g.
El matrimonio en el feudalismo
La consolidación de los linajes
baronales y las familias burguesas a partir del S-XII imponen una agnación que
arrincona a la mujer
La actividad reproductora propia del
matrimonio, se aleja de la interpretación desde la valoración personal de los
contrayentes pasando a ser un aspecto muy importante del grupo familiar. La reproducción
afecta ahora a todo el linaje. Por eso, el control de útero femenino se
transforma en un aspecto crucial ya que por él pasa la continuidad y la pureza
del linaje. A la mujer se le exige una virginidad que no tiene parangón en el
hombre.
El patrimonio se va concentrando en una
única cabeza masculina que va concentrando los derechos familiares
Los feudales utilizaban un tipo de
matrimonio “incestuoso” para organizar el territorio y eso enfrento a los
nobles con la iglesia
El matrimonio entre feudales era una
unión entre dos linajes, un acuerdo entre hombres por medio de una mujer que
uno de ellos entrega al otro y con residencia virilocal.
En esto reposa la importante costumbre
del avunculado: la relación que un hombre mantiene con el hermano de su madre.
La figura del hijo de la hermana (nepos ex sorore genitos) es la clave de
la bóveda del orden feudal al simbolizar el encuentro de 2 linajes, el paterno
y el materno, dando paso a la concepción bilateral de la herencia, mostrando la
importancia de las mujeres.
Todas ellas procedían de un escalafón
superior al de los hombres ya que llevaban consigo la “sangre noble”, la que
vinculaba con los antepasados ilustres.
Pero el matrimonio feudal insistía
peligrosamente en el tema bíblico de la parentela como lugar donde buscar
esposas. La autentica Dilectio se
veía impedida por la “corrupción” que suponía desposar a la prima.
En el Concilio de Worms - Papa Calixto III - se estableció la
disciplina, la monogamia, los placeres del cuerpo, la ocultación de la
sexualidad.
Para los nuevos burgueses la propiedad
se veía como un bien de mercado. Para los feudales la propiedad era algo
heredado que venia de sus antepasados, y que se podía ceder mediante pactos de
homenaje.
En las ciudades europeas del S-XI el
matrimonio se convirtió en un marco de sociabilidad. La práctica jurídica se
aleja de la moral y centra su interés en los derechos de propiedad en el
matrimonio.
La casa pasa a ser el símbolo de la dilectio matrimonial, diferenciándose
del castillo feudal. La casa no ostenta la solemne presencia masculina. En ella
se trata de una presencia femenina, maternal, con raíces en la doctrina
cristiana.
La Eva de los relieves de la Catedral de
Autun de 1130 es la primera imagen de una mujer tentadora.
Fragmento del dintel que se puede ver en el Museo Rolin en Autun. Representa a una Eva deslumbrante en la ingravidez,en una pose lasciva que sumerge al visitante en una profunda emoción.
Cuando en la década de 1160, el espíritu
o amor cortés se hizo realidad, el matrimonio se redefinió para mejorar la
situación de la mujer en la sociedad.
En este contexto apareció la novela de
Chretien de Troyes “El Caballero de la Carreta”, una sutil descripción del
adulterio de la Reina Ginebra con Lanzarote del Lago en presencia de su marido
El Rey Arturo.
En la novela europea del S-XII se ofrece
una crítica del modelo matrimonial cristiano pero no se logró redefinirlo en
términos modernos.
Así es como el amor trata de abrirse
camino. En la alta edad media el amor define una pasión excesiva, relacionada
con la cupiditas y el ardor libidinis, ajeno por tanto a la dilectio propia de los esposos, que
había de basarse en la caridad cristiana.
Con el amor cortes se produce una
reivindicación del amor visto como una pasión tanto física como espiritual que
lo justifica todo, hasta su carís abiertamente adultero.
Por eso todo el combate contra el
adulterio, que en la alta edad media era considerado como uno de los pecados
más graves, supuso un reforzamiento de la institución matrimonial al ser esta
la base de la organización social, preservando al propio linaje y reafirmando
la posición dominada de la mujer.
h.
El Matrimonio a principios de la Edad moderna
i.
El matrimonio a partir de la Ilustración
Desde finales del S.XVIII hasta la
décadas de 1950-60 hubo una continuidad básica en cuanto a los desarrollos de
los ideales y las conductas matrimoniales.
En el S-XVIII la gente empezó a adoptar
una nueva y radical idea de que el amor debería ser la razón de mayor peso para
casarse y que los jóvenes debían tener la opción de elegir a su pareja sobre la
base del amor.
La sentimentalización del matrimonio
basado en el amor del S-XIX y su sexualización en el S-XX fueron los pasos
lógicos de este nuevo enfoque del matrimonio.
Hasta finales del S-XVIII, la mayor
parte de sociedades pensaba que el matrimonio era una institución económica y
política demasiado importante como para dejarla en manos de la libre elección
de los dos implicados, sobre todo si estos pensaban basar su decisión en algo
tan irracional y transitorio como el amor.
Tan pronto como apareció por primera vez
la idea de que el amor debía ser la razón central del matrimonio y el
compañerismo su objetivo básico, los observadores de esa época ya advirtieron
sobre el peligro que los valores que debían servir para fundamentar el
matrimonio como relación, contuvieran el germen que socavaría su estabilidad
como institución.
Así fue como los rasgos que en principio
prometían hacer del matrimonio una relación tan única valorada abrían el camino
para que el vínculo terminara siendo optativo y frágil.
Tan pronto como se impuso el ideal del
casamiento por amor y de la intimidad para toda la vida, comenzó a existirse el
derecho a divorciarse.
Tan pronto como se llegó a reconocer la
obligación de satisfacer las necesidades de los hijos, se empezó a considerar
que las sanciones legales a los hijos ilegítimos eran inhumanas.
Se empezó a pedir igualdad de derechos
para las mujeres a fin de que pudieran sobrevivir económicamente sin tener que
condenarse a un matrimonio sin amor.
Hasta se empezó a pedir que se
despenalizara el amor homosexual bajo el argumento que de debía tener
libertad en temas de amor.
¿Por qué en la década de los 1970 se
derrumbó el matrimonio “de toda la vida” y el modelo de familia mantenida por
el marido. ¿Por qué no se derrumbó en las crisis anteriores de 1790, 1890 o
1920. la razón es que en esas épocas eran muy pocos los que podían permitirse
actuar siguiendo sus aspiraciones de amor y satisfacción personal.
Para entender esta inestabilidad del
matrimonio basado en el amor, tenemos que ver que a lo largo de la mayor parte
de la historia del matrimonio éste no fue una cuestión relacionada con las
necesidades y deseos individuales de una hombre y una mujer ni de los hijos que
concibieran. El matrimonio tena tanto que ver con obtener una familia política
y aumentar la fuerza laboral familiar, como con encontrar un compañero/a .
Frente a las dos teorías más difundidas
sobre como se consolidó el matrimonio en los orígenes de esta institución
-
para que los hombres pudieran proteger a las
mujeres
-
para que los hombres pudieran explotar a las
mujeres
El matrimonio surgió como respuesta a
las necesidades del grupo más amplio. Convirtió a los extraños en parientes.
Extendió las relaciones de cooperación más allá de la familia inmediata o la
banda cal crear redes mas amplias de parientes políticos.
Durante siglos el matrimonio cumplió
muchas de las funciones que hoy cumplen los mercados y los gobiernos:
-
organizaba la producción y distribución de los
bienes y las personas,
-
establecía alianzas políticas económicas y
militares,
-
coordinaba la división del trabajo por género y
por edad
-
determinaba los derechos y obligaciones
personales en sexo, sucesiones,
La mayor parte de sociedades establecían
reglas muy precisas sobre como se debían concertarse el matrimonio para que
cumpliera estas funciones.
Matrimonio
y amor
Durante la mayor parte de la historia
fue inconcebible que las personas eligieran a sus compañeros basándose en algo
tan frágil e irracional como el amor y que luego concentraran todos sus deseos
sexuales, íntimos y altruistas en el matrimonio resultante de esa elección.
En realidad muchos historiadores,
sociólogos y antropólogos pensaban que el amor romántico era un invento
occidental reciente, lo que no es cierto. Pero rara vez en la historia el amor
fue considerado como la razón principal para casarse.
Cuando alguien defendía tan extraña
creencia no provocaba ninguna risa ya que su opinión constituía una seria
amenaza al orden social.
- en la antigua India enamorarse antes de casarse
era una conducta juzgada rebelde, casi antisocial,
- los griegos creían que el mal de amores era una
variante de la locura, idea que tuvo continuidad en la edad media
- Los franceses medievales definían el amor como
un desarreglo del espíritu, que podía curarse teniendo relaciones sexuales,
bien con la persona amaba, o con alguna otra,
- En China el amor excesivo entre esposa se
consideró una amenaza a la solidaridad con la familia extensa. Los padres
podían obligar a un hijo a divorciarse si la conducta de la esposa no les
complacía. También podían exigirle que tomara una concubina si la esposa no le
daba un hijo. Podían obligarlo a divorciarse si el amor romántico hacia su esposa
rivalizaba con la dedicación de tiempo y trabajo hacia sus padres En lengua
china la palabra amor tradicionalmente no se aplicaba a los sentimientos entre
esposos, sino a la relación ilícita, socialmente desaprobada. En 1920 un grupo
de intelectuales inventó un nuevo vocablo para designar el amor entre
cónyuges.
- En Europa del S-XII-XIII el adulterio llegó a
idealizarse como la forma más elevada de amor: cuando en la década de 1160, el amor cortés se hizo realidad, el
matrimonio se redefinió para mejorar la situación de la mujer en la sociedad.
En este contexto apareció la novela de Chretien de Troyes “El Caballero de la
Carreta”, una sutil descripción del adulterio de la Reina Ginebra con Lanzarote
del Lago en presencia de su marido El Rey Arturo. En la novela europea del
S-XII se ofrece una crítica del modelo matrimonial cristiano pero no se logró
redefinirlo en términos modernos. Otro ejemplo es el de Eloisa y Abelardo,
amantes que se fugaron y ella rechazó la oferta de matrimonio por temor a
perder el amor.
BIBLIOGRAFIA
E. Coontz. Historia del matrimonio. Cómo el amor conquistó el matrimonio.
Gedisa, 2005
Luis Rojas Donat. Para una historia del
matrimonio occidental. La sociedad romano-germánica, siglos VI-XI. Teoría
14(1): 47-57, 2005