La aparición de una derecha política, e incluso en algunos casos de una extrema derecha, en Silicon Valley ya es una realidad en el panorama político actual. Si bien los elementos de esta derecha están presentes desde hace mucho tiempo, principalmente a través de la figura de Peter Thiel y sus fieles, otros muchos actores se han incorporado recientemente. Thiel es un inversor multimillonario de Silicon Valley, fundador, junto a Elon Musk, de PayPal y actual director de Palantir, que es una empresa de vigilancia de alta tecnología que trabaja en estrecha colaboración con los ejércitos y los gobiernos de todo el mundo y tambien, desde hace mucho tiempo, es cercano a Trump.
Durante años, Thiel ha apoyado a un oscuro bloguero tecnológico llamado Curtis Yarvin, que desarrollaba una filosofía que algunos han calificado de «neorreaccionaria». Yarvin presenta los sistemas democráticos como regímenes para imbéciles y aboga por la restauración del poder de los reyes.
Hasta hace pocos años, Thiel y Yarvin eran excepciones en el mundo de la tecnología, ya que la mayoría de los magnates de Silicon Valley votaban por los demócratas. Pero todo cambió con la administración de Biden, que intentó imponer al mundo tecnológico —en particular, mediante la interposición de demandas antimonopolio contra Google y Amazon y el intento de regular las criptomonedas y la inteligencia artificial— un nivel de regulación sin precedentes. Como resultado, muchos actores clave del sector —entre ellos Marc Andreessen, uno de los principales creadores de Internet; David Sacks, colaborador cercano de Thiel; y el propio Elon Musk— se pasaron al bando de Trump. Su influencia se extiende hasta el núcleo mismo de la administración de Trump: Thiel es colaborador cercano de J. D. Vance; Andreessen participó en los nombramientos durante la transición a la nueva administración en noviembre y diciembre de 2024; Sacks es asesor de Trump en cuestiones de IA; y Musk, por supuesto, lanzó el DOGE.
Sin embargo, estos señores de la tecnología no encajan fácilmente en el mundo de Trump. Son libertarios acérrimos, a diferencia de los partidarios de MAGA. Pero ambos bandos comparten un objetivo común: instalar un ejecutivo todopoderoso, que pueda prescindir del Congreso y de otros vestigios de un sistema democrático obsoleto, y dar a Estados Unidos la rápida y radical transformación política y económica que necesita. Queda por ver si la alianza entre el movimiento MAGA y los señores de la tecnología sobrevivirá.
Estos tecnocapotalistas son los principales actores de una economía globalizada en la que han podido operar libremente, con pocas restricciones a su dominio global: es posible que no puedan convivir con los elevados aranceles y las restricciones al comercio internacional que Trump está tratando de imponer.
Por otro lado, Trump está tratando de asegurarse la lealtad duradera de los gigantes tecnológicos respetando su deseo de una regulación mínima para las empresas especializadas en inteligencia artificial y criptomonedas.
Publicado por Groupe d'Études Géopolitiques. 24/6/2025. © 2025 GEG.
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