CABREOTERAPIA
Hace poco un amigo me echó una bronca monumental. "No puedes seguir por más tiempo con esa terapia zen que te has automedicado", me dijo, "porque estás alcanzando unos niveles tales de ataraxia (imperturbabilidad, serenidad) que, a tu edad, pueden ser mucho más letales que ese estrés imaginario que tanto combates desde los sesenta". Y concluyó: "La calma está bien, incluso muy bien, pero esa calma de raza vegetal tampoco es buena para la salud". "Los organismos vivos, para seguir estando vivos, necesitan producir estrés. Tienes que cabrearte más, y continuamente, si no quieres desaparecer por calma total". Y me recetó urgentemente una terapia de la que nunca había oído hablar: la cabreoterapia. Por lo visto, el cuerpo necesita cabrearse (producir y emitir estrés) un par de veces al día, a ser posible a la hora del desayuno, para combatir esa ataraxia budista (sic) que me estaba llevando de la calma total a la inanidad. "Haz el mismo ejercicio que tus colegas, cabréate con las noticias del día y haz criticas furibundas y a ser posible muy apocalípticas", me dijo antes de despedirse.
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