Juan Freire escribe en su Blog algo sobre lo que estoy de acuerdo y que constato a diario en mi ámbito de trabajo en la UdG:
Las universidades: ¿nodos de innovación o más burocracia?
Las universidades deberían constituirse en soportes fundamentales de las ciudades creativas e innovadoras. Pero en España, y en las ciudades intermedias, las universidades han nacido preferentemente al amparo de las burocracias públicas, muy alejadas de las comunidades industriales y comerciales y de la cultura “no oficial”. De este modo, las universidades se han forjado a imagen y semejanza de las administraciones que las crean y se convierten en otra pieza más de las burocracias públicas que caracterizan a muchas ciudades museo.
Así, las universidades no cumplen el papel esperado, son reticentes a integrarse con el tejido empresarial urbano o con la cultura ciudadana. En las escasas ocasiones en que intentan esa integración demuestran su escasa capacidad por la poca experiencia en esos ámbitos (y su casi nula capacidad de aprendizaje al ser incapaces de desarrollar la empatía precisa para conectar con otros actores). Por supuesto, las universidades declaran constantemente todo lo contrario: su apuesta por la innovación, su compromiso con la empresa, etc. Pero, tras estas declaraciones de intenciones políticamente correctas todo sigue más o menos igual (salvo algunas excepciones).
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