Ya estamos instalados en la crisis. Desbordados de análisis de expertos sobre las causas que la han desencadenado y sobre el futuro del capitalismo. Una primera conclusión que debemos empezar a sacar es que es la propia capacidad de análisis la que está en grave crísis. Ayer leia a alguien preguntarse donde esta la universidad a la hora de analizar cual es el alcance, la envergadura y las posibles soluciones. La sociedad necesita la opinión de la universidad sobre el momento que vivimos. Sin embargo parece como si la universidad estubiera(mos) ausente en este escenario. Una idea, hasta hace bien poco, muy aceptada sobre cual es el papel que debe jugar la universidad, es la que la ve como la gran custionadora de nuestra sociedad. La universidad como planteadora de preguntas sobre cualquiera de los temas que atañen a nuestras vidas, para luego proponer respuestas que sean lo más plausibles posibles. A falta de esto, y frente a mi incapacidad para plantearlas yo, hago mias las preguntas que Gerardo Ríos se hace hoy en un breve escrito en el Pais. Transcribo literalmente estas preguntas que creo tenemos la obligación de responder(nos) con máxima urgencia:
¿Cuánto tiempo de bonanza y crecimiento necesitaban nuestras grandes corporaciones? Si después de 15 años de vacas gordas, cinco meses de crisis ponen las empresas patas arriba, ¿qué empresas teníamos?
¿Qué necesitaban? ¿Cien años de ciclo económico positivo, de inmigrantes sin papeles trabajando a tres euros la hora, de ingenierías fiscales, de contratos blindados, de indemnizaciones de millones de euros para los jefes, de autoridades económicas mirando para otra parte?
Si tras 15 años de crecer y de ganar, de expandirse y de organizarse, vemos que en cinco meses nadie tiene un duro.
Si los gastos fabulosos en consejeros y en consultores en estrategia sólo sirven para que todos miren ahora al Gobierno pidiendo ayuda y planes especiales, subvenciones y préstamos.
Si los años pasados alardeando de ganancias récord, fichajes millonarios y bonus indecorosos, ponen ahora de manifiesto que todo era flor de un día.
¿Por qué ganaban tanto? ¿Por qué mandaban tanto?
¿Qué nos queda esperar? ¿Que se congelen esos ingresos que se miden en millones de euros, como anunciaba una empresa el lunes? ¿O ni siquiera eso? ¿Que lancen campañas de comunicación que no resuelven nada sobre créditos concedidos? ¿Es que los empresarios no tienen mejor mensaje que pedir el abaratamiento del despido? ¿Es todo lo que se les ocurre que pueden hacer por el país? Desde luego están haciendo bien poco por ellos mismos.
Empecemos a dar(nos) respuestas a estas preguntas como el primer paso necesario para resolver la crisis.
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