Blog de Juan-Luis Alegret

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9 feb 2021

Biografia social e historia cultural de las cosas

Hasta finales del S-XIX el análisis de la cultura material gozó de cierta popularidad en antropología. A partir de ese momento y durante todo el S-XX, la cultura material fue ignorada, cuando no rechazada.

La renovación de los estudios sobre la cultura material ha significado la reintroducción de los objetos en el centro de los análisis de los fenómenos sociales y culturales intentando superar la visión estática de lo cultural, dejando de tener una visión de los objetos considerados como superficies inertes, como espejos de las relaciones sociales, o como fósiles que hay que excavar para llegar a lo social.

Es así como los objetos pasan a ser estudiados desde la perspectiva etnográfica (Tilley, 2001) mientras que la materialidad es tratada como un proceso.

Con la aparición en 1996 de la revista Journal of Material Culture en la University College London, la investigación en cultura material pasa a disponer de una tribuna transdisciplinar y adquiere una cierta legitimidad, sin perder su carácter indisciplinado.     

El momento en el que se dio el giro (a lo) material” en ciencias sociales es difícil de establecer. Los primeros pasos los encontramos en los trabajos de Douglas y Isherwood (1979) en antropología, Bourdieu (1972,1979) en sociología y Kopytoff (1986) en arqueología.

Para afirmar que los objetos forman parte de lo social, se desarrollan 3 perspectivas de analisis:

1. El que pone el acento en la dimensión técnica de la relación social con los objetos, tanto desde el punto de vista de su producción, como del de su consumo.

Mauss (1936), Leroi-Gourhan (1945), Haudricourt (1969), Balfet (1975,1991), Cresswell (1976).

2. El que privilegia la noción de cambio de estatuto social de los objetos, creolización o mestizaje, en particular en los contextos de consumo de masas y mundialización

Con autores como Appadurai (1986), Kopytoff (1986), Miller (1987), Turgeon (2003, 2005).

El análisis de la cultura material se desarrolló principalmente a partir de los años 1990 en Inglaterra, en el University College de Londres en torno a investigadores como Daniel Miller y otros.  Estos trabajos tratan de explicar de que forma los fenómenos sociales se exteriorizan, se concretizan y adquieren un lugar significativo. Para ello parten de la idea que, si el mundo de lo social es construido, es investido de valores y es jerarquizado, lo mismo ocurrirá con los objetos.  

Los trabajos de Miller (1987,1995a, 1995b, 1998ª, 1998b, 2005) intentan de poner al dia los cuadros culturales, filosóficos, y normativos que estructuran la organización de los artefactos, los objetos técnicos, singulares o inalienables, pero también de los objetos menos reconocidos como lo son las mercancías producidas en serie y anónimas. 

Los trabajos de Miller tratan también de comprender como este universo material participa en la organización de lo social (1998b).

3. La que considera que una teoría de la cultura material no puede ser de recibo más que:

·       si articula el vinculo entre “la cultura material en su relación a las conductas motrices por una parte, y a las representaciones, por otra (Warnier 1999).

·       si se aprehenden los objetos a lo largo de las diferentes etapas de su “carrera”, por una parte a lo largo de su concepción y su conformación; y por otra, a lo largo de su trayectoria biográfica, desde las estanterías de los almacenes, al interior de los hogares y posteriormente a su eventual colocación en los Museos (Segalen & Bromberger (1996), Sophie Chevalier y Martine Segalen (1996).

·       Desde otros campos autores como Tim Dant en sociología, Bruno Latour (1999) en sociología de la ciencia, Edward Soja (1989) en geografía, Judith Butler (1993) en filosofía sobre el cuerpo, también hacen aportaciones al estudio de la cultura material

Cosas y objetos

Hablamos de objetos materiales, tangibles, visibles, producidos técnica y simbólicamente por una sociedad, nombrados por sus miembros, sin distinción de dimensiones (desde el objeto aprensible con las manos, a lo habitado o al objeto de transporte).

Un objeto forma parte de un conjunto más amplio denominado comúnmente cultura material. Esta expresión, inicialmente más utilizada por arqueólogos y prehistoriadores, hasta la década de los 80’s estuvo ausente entre los antropólogos, más interesados en el vinculo entre las técnicas y las sociedades.

En una sociedad, un objeto se distingue de una cosa por el hecho de ser algo conocido, nombrado, representado e integrado a las prácticas cotidianas de sus miembros.

Las cosas adquieren un estatuto de objeto mediante un proceso de cualificación que las hace entrar en la esfera cultural y humanizada.

Estos procesos de cualificación, descualificación y recualificación de las cosas materiales es lo que nos interesa desde la antropología. La producción de saber científico sobre los objetos, por ejemplo, los discursos museográficos en las colecciones de los museos, forman parte de estos procesos.

Baudrillard, en su obra El sistema de los objetos, primero hace un análisis de los objetos en su sistematización objetiva, la colocación y el ambiente, luego hace su sistematización subjetiva, la colección, seguidamente hace el análisis de sus connotaciones a través de su significado ideológico.

La elección de un objeto u otro para su estudio será determinante para poder acceder a datos más o menos importantes sobre una sociedad.

Ciertos objetos tienen “mucho más que decir” que otros, y ocupan un lugar mucho más relevante que otros.

Ciertos artefactos tienen una larga historia que permite testimoniar a través de ellos, las mutaciones acaecidas en una sociedad, mientras que otros, solo han sido integrados recientemente

Biografía cultural y historia social de las cosas 

Las distinciones tienen que ver con dos tipos de temporalidad, dos formas de identidad de clase, y dos niveles de escala social.

El enfoque de la biografía cultural de las cosas, formulado por Kopytoff, es característico de cosas específicas, que se mueven a través de diferentes manos, contextos o usos, acumulando así una biografía particular o un conjunto de biografías.

El enfoque de la historia social de las cosas formulado por Appadurai, se centra en el análisis de clases o tipos de cosas, teniendo en cuenta cambios a largo plazo y dinámicas a gran escala que trascienden las biografías de los miembros particulares de esas clases o tipos.

Así, una reliquia particular puede tener biografía específica, pero todos los tipos de reliquias, y de hecho la clase de cosas llamadas “reliquias”, pueden tener un flujo y reflujo histórico más amplio, a lo largo del cual su significado puede cambiar de un modo notable.

La historia social de las cosas y su biografía cultural no son temas separados, ya que la historia social de las cosas, a lo largo de periodos prolongados y en amplios sectores sociales, ha limitado la forma, el significado y la estructura de las trayectorias a corto plazo, específicas e intimas.

También puede ocurrir que pequeños cambios en la biografía cultural de las cosas puedaninducir cambios en la historia social de las cosas, con el paso del tiempo.

La historia social de las cosas

Appadurai analiza el valor cambiante de los objetos, entendidos como regalos, como mercancías, como productos o como recursos, en contextos sociales diferentes.

El arado de madera, el botijo o el telar, como objetos, una vez pedida su funcionalidad cotidiana, se transforman en piezas de museo y categorías de objetos con un valor patrimonial e identitario colectivo.

El interés de esta metáfora que nos habla de “la vida social de los objetos” está en que insiste en el carácter plural, abierto e imprevisible de los objetos, mientras que estos mismos objetos constituyen la dimensión más material y potencialmente univoca de la realidad social.

La “vida” de los objetos va más allá de sus creadores y de sus usuarios originales. Un objeto puede tener valor por su utilidad práctica, por su estética, por su singularidad o por su valor identitario o simbólico.

Trazar la vida social de los objetos requiere, necesariamente de un enfoque multi-situado. 


La Biografía Cultural de las Cosas: la mercantilización como proceso. Igor Kopytoff

Desde el punto de vista cultural, la producción de mercancías es también un proceso cultural y cognoscitivo: las mercancías no sólo deben producirse materialmente como cosas, sino que también deben estar marcadas culturalmente como un tipo particular de cosas.

Existen dos tipos de objetos: los comunes y los singulares.

- Los objetos singulares son los que se guardan. Son objetos únicos, que no se pueden  comparar, o encontrar equivalente y que por tanto no pueden ser intercambiados.

- Los objetos comunes, cuyo mejor ejemplo son las mercancías, se caracterizan por su comparabilidad, cuantificabilidad e intercambiabilidad.

La singularidad o unicidad del objeto guardado es equivalente a su historia específica, a su biografía cultural.

Es esta historia o biografía lo que hace que el objeto guardado sea visto como un objeto singular, una singularidad que se alza como una imposición objetiva que obliga a los actores a guardar(lo).  

Todos los objetos tienen una historia, su historia, formada por fases en las que son considerados como objetos comunes y fases en las que son considerados como objetos singulares. Pero esta historia o biografia no explica el porqué a esos objetos se les considera singulares.

Los objetos mercancías 

De la gama total de cosas disponibles en una sociedad, sólo algunas de ellas se consideran apropiadas para ser clasificadas como mercancías.

Además, la misma cosa puede concebirse como mercancía en cierto momento, pero no en otro.

La misma cosa puede ser vista simultáneamente como una mercancía por una persona y como algo distinto por otra.

Estos cambios y diferencias en relación a cuándo y cómo una cosa se convierte en mercancía, revelan la economía moral que está detrás de la economía objetiva de las transacciones visibles.

Al elaborar una biografía de una cosa se formulan preguntas similares a aquellas relacionadas con las personas:

Desde una perspectiva sociológica,

¿Cuáles son las posibilidades biográficas inherentes a su estatus, periodo o cultura?

¿De donde proviene una cosa y quien la hizo?

¿Cual ha sido su trayecto hasta ahora y cual es su trayectoria ideal?

¿Cuáles son las “edades” o periodos reconocidos en la “vida” de la cosa, y cuales son los indicadores culturales de esos periodos o edades?

¿Cómo a cambiado el uso de la cosa debido a su edad, y qué le sucederá cuando llegue al final de su vida útil?

Ejemplo

Entre los suku del Congo, la expectativa vital de una choza es de aprox. 10 años.

La biografía típica de la choza comienza con su ocupación por parte de una pareja., o en el caso de las polígamas, por parte de una esposa con sus hijos. Una vez la choza envejece, se transforma sucesivamente en casa de huéspedes, hogar de alguna viuda, refugio para adolescentes, cocina, y por último, cobertizo para las cabras o las gallinas. Al final, las termitas son las últimas inquilinas.

El estado físico de la choza en cada periodo corresponde a un uso específico. Una choza desfasada en su utilización provoca que el suku se sienta incomodo, y también transmite un mensaje. Alojar un huésped en una choza que debería funcionar como cocina dice algo del estatus del huésped. Si no hay chozas para las visitas en una comunidad, eso dice algo sobre el carácter del jefe local.

Las biografías de las cosas pueden destacar aquello que de otro modo quedaría oculto. 

Por ejemplo, en situaciones de contacto cultural, las biografías de las cosas nos pueden mostrar como lo significativo de la adopción de objetos y conceptos extranjeros no es la forma como son adoptados, sino la forma como son redefinidos culturalmente y puestos en uso.

Las biografías de las cosas, como las de las personas, no pueden ser más que parciales.

Ejemplo: la biografía de un coche en África.

Biografía física de un coche es distinta de la biografía técnica, económica, o de las biografías sociales. Una biografía social puede ser el lugar que ocupa en la familia propietaria, otra puede relacionar la historia de su propietario con la estructura de clases de la sociedad, otra puede centrarse en el papel que desempeña en la sociología de las relaciones de parentesco  de la familia.

Todas estas biografías técnica, económica, social, pueden o no estar moldeadas culturalmente.

Lo que convierte a una biografía en una biografía cultural, no es su tema, sino cómo y desde qué perspectiva se aborda el tópico en cuestión.

Como se hacen singulares las cosas comunes

Jaume Franquesa. Una aproximación al patrimonio desde la antropología económica: la patrimonialización como guardar. En: Mármol, Camila del; Joan Frigolé y Susana Narotzky (eds.). Los Lindes del Patrimonio. Consumo y valores del pasado. Barcelona, ICARIA – ICA. 2010. pgs. 20-39.

No existe objeto guardado fuera del hecho de guardar.

Si el objeto guardado no existe fuera de la actividad de guardar, el valor de tal objeto será analíticamente entendido como el resultado del trabajo de guardar.

Guardar como la acción que produce el objeto precioso, singular o sagrado (patrimonializado, tabuado, puesto aparte), pero que, a los actores del proceso, se les oculta esa dimensión (proceso) productivo mediante una serie de discursos que esencializan el objeto guardado y presentan su valor como inmanente.

El trabajo o proceso de guardar se puede descomponer en tres operaciones:  singularización, valorización y preservación.

Estas operaciones no se pueden considerar separadamente más que a efectos analíticos ya que en la práctica son inseparables y cada una supone a las otras.

a.  Singularización 

La singularidad debe entenderse como el resultado de su singularización, o sea, el proceso por el cual el objeto pasa a ser considerado a partir de su singularidad.

Es así como tenemos un proceso productivo derivado de la consideración del objeto a partir de su historia, así como de ciertas prácticas y discursos asociados que dan validez e institucionalizan tal consideración.

Todo proceso de singularización de un objeto requiere de cierto reconocimiento público. El Estado(s) se suele arrogar el monopolio de la singularización públicamente reconocida, p.ej. Catalogos de Bienes Singulares, Patrimoniales, en Peligro, etc.

Mediante el monopolio de la singularización publica, el Estado controla el guardar gestionando el límite entre la esfera de guardar y la del mercado. P.ej. las piezas arqueológicas no se pueden vender.

Es así como la singularización de transforma en un elemento clave para constituir el dominio de la circulación de los objetos comunes, y más específicamente el mercado, como esfera autónoma. 

A partir de los 70’s, la extensión del campo patrimonial a través del conjunto de cosas singularizadas / guardadas, se ha visto aumentada mediante la extensión tipológica de los procesos de patrimonialización: patrimonio industrial, etnológico, popular, urbano, etc.

Esta ampliación tipológica ha implicado la patrimonialización de objetos que no habían sido producidos expresamente como singulares, o que ni tan siquiera habían sido producidos, como en el caso de intento de patrimonialización de un lugar histórico al que se intenta incluir su “carácter popular”.

Los objetos singulares / singularizados, a pesar de construirse como ajenos al intercambio, pueden llegar a adquirir un alto precio en el mercado.

Cuidado con hacer la lectura marginalista del valor de esos objetos viéndolos como el resultado de su escasez.

Es en este sentido que para Kapytoff, singular implica no tener precio, tanto en el sentido de “precio incalculable” (un Picasso) como el de “totalmente carente de valor” (cualquier cacharro que tengamos).

b. Valorización

Se trata de comprender como se atribuye valor a las cosas que no lo tenían.

El valor del objeto guardado se asocia o depende del trabajo realizado para guardarlo

La valorización será el mecanismo, que dentro de la lógica interna de los procesos de valorización, se encarga de dotar al objeto patrimonial de valor sui generis.

Mientras que la singularización es un proceso de delimitación y de segregación, la valorización supone una vinculación a determinados discursos valorativos, que actuando a modo de encuadre de valor, son los que atribuyen al objeto un valor sui generis o extraordinario que siempre es concebido como ajeno al valor económico.

Los discursos de valorización se caracterizan por que:

- esencializan el valor del objeto y ocultan el proceso de atribución de valor. Esa es su dimensión ideológica.

- se conciben como una expresa negación de lo económico que se equipara al mercado, delegando en la economía el encargo de mantener lo valorizado como sacrosanto y reconociendo la importancia de la figura del experto, al que se le supone el conocimiento y la competencia sobre el discurso de valor y se le otorga el carácter de custodio del carácter sacrosanto de lo guardado

- el valor se produce y/o atribuye pero para que se realice o manifieste, se necesita la comparación o sea, se necesitan otros objetos con los que dirimir el valor.

El problema está en que, tanto singularidad como valor extraordinario, niegan la comparabilidad.

Los discursos de valor solucionan el problema creando una narrativa o marco relativo de valor, dentro del cual es introducido el objeto y hecho comparable, de tal modo que cada objeto puede ser valorado a partir de su contraste con otros objetos introducidos en la misma narrativa.

El museo o la colección serían los paradigmas de este proceso.

La valorización siempre implica la selección de determinados rasgos del objeto como significativos, constituyendo estos rasgos como sus elementos necesarios, aquellos que constituyen su valor, y por lo tanto su especificidad como objeto digno de valor.

Paralelamente, el resto de elementos y relaciones que forman parte del objeto son vistos como ajenos, o incluso contrarios a tal valor, y por lo tanto prescindibles.

c. Preservación

La preservación es el mecanismo por el cual el objeto guardado es preservado en cuanto tal contra el tiempo.

Esta preservación contra el tiempo debe verse como la preservación del trabajo objetivado en el proceso de producción (singularización, valorización, preservación pretérita, objetivada) del objeto guardado.

La preservación se convierte así en el mecanismo crucial para explicar que los objetos guardados tengan una dinámica de valor inversa a la de las mercancías ( a más tiempo, más valor).

Aquello que preserva el mecanismo de preservación es la forma de valor del objeto, es decir, una determinada configuración de elementos que facilita la lectura del objeto como un objeto de valor, de modo que la preservación consiste en la adecuación del objeto guardado al discurso de valor (esto es lo que se hace a través de las diferentes cocinas del pescado sin precio). 


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