El siguiente paso fue convertir a la Madre Tierra en una Tierra Madre, una hembra simbólica, una hembra gigante, una gran diosa que con su cuerpo gordo y cargado simbolizaba la grasa de la tierra.
En el templo de Tarsien, en la isla de Malta, se conserva una imagen de esta Gran Diosa Madre que simbolizaba simultáneamente la fertilidad de los cultivos y los animales y la fertilidad de la hembra humana.
En esa época, los machos eran considerados como meros accesorios, casi desechables, mientras que la Diosa Madre era la figura esencial sobre la que todo giraba.
En Efeso, durante el último milenio aC. existía el culto a Diana que fue una de las últimas diosas de la fertilidad . En el Museo de Efeso existe una figura de esta diosa.
Diana, por su carácter de Gran diosa no podía yacer con ningún hombre y por tanto debía ser eternamente virgen. Pero como gran Tierra Madre debía dar a luz a toda la naturaleza lo que no deja de replantear una paradoja.
Para solucionar ese problema, en el templo de Diana, cada primavera se colocaba una figura de madera de la Diosa en el lugar de los sacrificios rituales. Allí se castraban toros y se colocaban sus genitales alineados en torno a la figura de la diosa. En ésa época, cuando se celebraba el ritual, se creía que por un proceso mágico el esperma de los testículos se difundía por el cuerpo de la diosa y la dejaba grávida pudiendo de ese modo dar a luz a todas criaturas de la naturaleza.
Esta cualidad de ser virgen y dar a luz posteriormente la adoptó otra figura que vivió muy cerca de Efeso: la Virgen Maria. Es curioso que siglos después, la virgen también fuera reverenciada como una diosa.
En las sociedades patriarcales católicas, el culto a la Virgen puede verse como una forma sutil de contestación religiosa a la que los sacerdotes les cuesta oponerse. Según la doctrina de la iglesia, solo se debe adorar a Jesús (culto de Latría) mientras que el culto a la Virgen es de Hiperdulia.
El culto a la Virgen María ha ensombrecido todos
los otros cultos a la Gran Diosa. Esta adoración a la Virgen siempre fue mal
vista por las autoridades eclesiásticas que veían en él la perpetuación de la
adoración a la Gran Diosa Madre. En este sentido, lo que la jerarquía siempre
ha perseguido es el cambio a una figura central masculina y Maria es propuesta como
una figura solo de apoyo a la Figura de Jesús. Aun hoy, en muchos lugares no es
Jesús el centro del culto local sino su madre. Quizás sea este hecho una forma
de regreso al culto ancestral de la Diosa Madre.
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