Si en algunos contextos la vestimenta creaba, y sigue creando a la persona y corroborando su identidad, ahora esta función se esta ampliado también al cuerpo. Identidad y cuerpo se están fusionando de tal manera que la apariencia, la máscara, la imagen juegan un nuevo y transformado papel en un contexto en el que la identidad es siempre provisional y efímera.
Ahora parece como si los objetos de la moda, aparentemente liberados ya de todo referente, obligaran a reexaminar permanentemente los códigos en juego, indiferentes a cualquier orden social tradicional. Es así como el cuerpo ha podido llegar a “cosificarse” y se está convirtiendo en un icono cultural. Un icono es un tipo de signo que se caracteriza por utilizar una combinación compleja de elementos para obtener una relación de semejanza, perceptible por los sentidos, entre el referente y el significado; por ejemplo el dibujo, boceto, escultura, foto de un león son iconos del mismo porque al asemejarse a él nos lo evocan, nos lo representan.
En nuestro caso, parece como si el cuerpo de cada persona fuera el referente que se intenta se parezca al modelo de belleza corporal que se quiere poseer, modelo que está socialmente construido por los dictados de la moda, la salud y el bienestar.
Los modelos propuestos de cuerpos que actualmente encontramos en nuestra sociedad y que actúan como ideal-tipos o metas a las que se quiere llegar son:
cuerpo juvenil, saludable, libre de ataduras, desenvuelto, desnudo en su mayor parte. Este modelo lleva consigo la sexualización mediática del cuerpo como icono. Hoy el cuerpo como indicador de clase social esta siendo substituido por el cuerpo como indicador de estilo de vida. De este modo se explica la tendencia general a vestir ropas cada vez más cómodas, que no impidan el movimiento y el confort, lo mismo que hay una aspiración igualmente legítima y lícita a exhibir un cuerpo sano y hermoso resultado de una alimentación cuidada, equilibrada y sana.
cuerpo freeky, totalmente informal, único, ante-todo diferente, para muchos grotesco, o que va en contra de todos los cánones, normas o convenciones clásicas sobre como debe ser o mostrarse el cuerpo.
cuerpo construido: deportivo, manipulado mediante el bodybuilding, y muchas veces llevado al límite, como en el caso del culturismo.
cuerpo decorado: cuerpos con tatuajes, escarificaciones, piersings, brandings, incisiones subcutáneas; donde el cuerpo se utiliza para marcar culturalmente el tiempo, la s vivencias, las sensaciones vivídas o los futuros deseados.
cuerpo quirúrgico: cuerpo sin edad, en estado de reforma o remodelación continua. Si en épocas anteriores el cuerpo, y en especial el de las mujeres, había sido moldeado por diferentes tipos de “aparatos” de belleza con la finalidad de conseguir una apariencia determinada de fragilidad, maternidad, opulencia, gracia o esbeltez; en la actualidad, la exhibición diaria de mayores partes del cuerpo desnudo en hombres y mujeres de todas las edades, impone a estos una nueva lucha contra la obesidad, la flacidez o simplemente contra algunas partes del propio cuerpo. Resultado de todo ello es la decisión de intervención continua cosmético-quirúrgica sobre el propio cuerpo hasta llegar a alcanzar un cuerpo sin edad, asépticamente bello, lo más próximo al modelo abstracto de referencia vigente temporalmente en nuestra sociedad. Este es el caso de muchas de las demandas a clínicas de cirugía cosmética y también es el caso de los cuerpos pensados y deseados de “Cambio radical” en los que ciertas corrientes del capitalismo médico y mediático está encontrado una fuente inagotable de negocio.
El caso del cuerpo quirúrgico ha supuesto la aparición de la cirugía cosmética, muy alejada de la cirugía reconstructiva de la que se alimenta insaciablemente. Para esta cirugía el cuerpo del “paciente” se transforma en el dibujo, boceto, escultura o foto del modelo de cuerpo que se toma como referencia. Así, referente –el cuerpo- y significado –el modelo- invierten sus papeles y la persona se transforma en un boceto de lo que desearía llegar a ser. Y todo ello “explicado” y “justificado” desde un insostenible discurso psicologísta y libertario donde cada persona, no solo tiene la libertad de creer lo que quiera, sino que también tiene la libertad de corporizarse como quiera.
Esta cultura de la modificación del cuerpo es la que esta crea ndo nuevos conceptos como el de la presunta “fealdad”, la obesidad “estética”, el tamaño “inaceptable”, y para todo ello ofrece soluciones quirúrgico-cosméticas a modo de asesorías de imagen pero también, y sobre todo, a modo de psicoterapias, que en vez de solucionar problemas pueden llegar a producir nuevos problemas al convertirse en un modo o estilo de vida.
El problema en este caso radica en el hecho fundamental de la no aceptación de su propio cuerpo por parte del interesado. Cuerpo que, lo quiera o no su portador, no solo es una parte de su imagen, de su identidad, sino también de su propia historia personal, cuando no de su propia conciencia social, y de tantas cosas es muy difícil huir.
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