La importancia del estudio de las fiestas
viene dada porque constituyen puntos privilegiados de observación y análisis
para acceder a la comprensión global de las sociedades, de los colectivos o
grupos que se definen e identifican a través de ellas
Se trata de estudiar las fiestas en
profundidad, examinando los tipos de relación existentes entre ellas y los
componentes económicos, sociales, políticos e ideológicos del contexto
socio-cultural en que están inmersas, fuera del cual son incomprensibles.
La importancia de las fiestas corresponde
a su condición de expresiones simbólicas
de la vida social, a su posición dentro del sistema socio-cultural
Las fiestas simbolizan y ritualizan el
orden social y los valores que corresponden a ese orden social.
El estudio de las fiestas debe realizarse
desde la antropología social ya que estas no son comprensibles solo desde la
simple observación externa, ni tampoco desde la explicación dada por los
participantes.
Hay que conocer el código comunicativo al
que refiere la fiesta, código que al ser inconsciente y estar fuertemente
interiorizado, es muy difícil que surja a la conciencia de los actores sociales
que las hacen y las viven.
Las fiestas son un lenguaje simbólico y
constituyen signos y exponentes de la cultura especifica de la sociedad, etnia
o grupo que se identifica mediante ella.
El estudio de las fiestas no es tarea
fácil ni descomprometida por varios motivos:
1. Las fiestas son fenómenos sociales complejos, polivalentes, y a veces
contradictorios e irreductibles a explicaciones unidimensionales.
En este sentido hay que alejarse de las
posiciones simplistas que explican las fiestas ya sea como:
- meros
instrumentos de alienación, como el "pan y circo" destinado a
apartar al pueblo de la atención a sus verdaderos intereses y problemas,
- creaciones
sagradas, en las fiestas no se trata tanto de transgredir lo sagrado sino
el mero hecho de la transgresión.
La fiesta es vista como un rito de paso,
una vivencia ritual de destrucción que precede a la creación. Es el paso del
caos al cosmos, que hará posible la instauración de una nueva ley, de una
hierofania, en un espacio y en un tiempo sagrados.
- expresiones
espontáneas del espíritu lúdico humano, libre de las ataduras represivas de
la sociedad,
- contestaciones
radicales al orden social dominante.
2. La dificultad o hasta el riesgo de la
interpretación antropológica de las fiestas estriba en que la mayoría de estas,
especialmente las más importantes, han sufrido un "secuestro interpretativo" por parte de instituciones, grupos y
clases, normalmente relacionados con los poderes políticos e ideológicos
dominantes o hegemónicos, que se reservan el monopolio de la definición de
cuales son y no son los elementos y significados presuntamente verdaderos de la
fiesta, y cuales son los espurios, o los falsos.
3. La dificultad esta también en el hecho
de que cada fiesta, contrariamente a lo que generalmente se supone, posee
varias funciones y significados a diferentes niveles de profundidad.
Cada
actor social percibe un fenómeno festivo concreto
y su significado desde su propia
perspectiva, la cual esta condicionada por el conjunto de posiciones que
ese actor ocupa, tanto en la estructura social como en la estructura de roles
del propio ritual festivo.
Por tanto, la multiplicidad de funciones
y significados en toda fiesta sólo podrá ser captada si estamos en condiciones
de analizar el campo total de sus
significantes y significados en el contexto general de la cultura a la que
la fiesta pertenece.
Solo conociendo las claves de esa
cultura, los principios de la organización social, y teniendo en cuenta tanto
los aspectos visibles como los no visibles de de la fiesta misma, será posible
captar de que modo a través del ritual festivo se representan, directamente o
invertidos, las relaciones sociales, los conflictos y las interconexiones
existentes en la sociedad real, así como la diversidad de funciones y
significados que la fiesta tiene a diferentes niveles.
El antropólogo italiano Vittorio
Lanternari propone 4 constantes en las definiciones de la idea de fiesta: la
sociabilidadad, la participación, la ritualidad y la anulación temporal y
simbólica del orden (1981:136). Además podemos añadir la dimensión lúdica o de
disfrute.
Fiesta (def.): acto colectivo que caracterizado por las constantes de
sociabilidad, la participación, la ritualidad y la anulación temporal y
simbólica del orden posee rasgos de excepcionalidad, presupone el disfrute y se
celebra en honor de alguien, algo o algún acontecimiento concreto.
DIMENSIONES,
SIGNIFICADOS, FUNCIONES Y ELEMENTOS DEL RITUAL FESTIVO
Acción (social) instrumental
vs. Acción (social) expresiva
Acción (social)
instrumental: tecno-económica, política
Acción
(social) expresiva: sistema festivo y
rituales
Bourdieu: “sistemas simbólicos como sistemas a la
vez estructurantes y estructurados” Enfoque dialectico para comprender la
dimensión política de la fiesta.
Ritual vs.
Manifestaciones performativas
Sin distinguir: tipos de acción diseñadas para
distinguir y privilegiar lo que es realizado a diferencia de las actividades
ordinarias y cotidianas (Bell, 1992:74)
Distinguiendo: en función de los estados de
conciencia de los participantes:
-
en los rituales, los sujetos renuncian a su
propio yo y se sienten y se piensan vehículos de acción colectiva; mientras que en los performances, el sujeto desarrolla plenamente
la noción del yo, su acción es siempre de auto-dirección pero puesta en escena
para situaciones creativas extra-ordinarias.
Sobre los performances cabe distinguir también
entre los que entienden:
- la performance como puesta en escena, como acción
objetuada, deslindable de la vida cotidiana, con propósitos expresivos y
simbólicos
- la performatividad como una unidad de análisis y
no como un acto en sí: se trataría de la articulación, expresada
simbólicamente, de relaciones y expectativas entre sujetos y en cualquier tipo
de contextos: acción ritual performativa per se, que estructura y genera acción
social, percepciones colectivas e
individuales.
Así, la teoría se cambia desde la representación de la realidad (mero
texto simbólico) hacia la construcción
social de la realidad.
No hay oposición entre pensamiento y acción en los
contextos rituales. El análisis (semántico) de los significados que se ponen en
juego no se puede separar del análisis (sintáctico) del sistema de relaciones
que también es dramatizado, tanto en el propio ritual como en el campo de
acción social representado. Es por eso que debemos fijarnos en los procesos
dialécticos que mantienen los sistemas rituales con el resto de campos de
acción social.
La antropología de la acción performativa puede
establecer puentes entre la acción significativa que es dramatizada y las
condiciones contextuales en las que actos simbólicos se convierten en
significativos para el colectivo social.
A partir de Durkheim, la concepción de la acción
expresiva, en concreto la acción performativa ritual, ha sido la que genera,
reproduce y refuerza una comunidad moral
Algunas cualidades performativas de los procesos
rituales: repetición formal y estilización de símbolos, que pueden ser
ordinarios pero que funcionan en el nuevo contexto extra-ordinario con
elementos sensoriales repetidos como himnos, escenografías, colores
distintivos, secuencia organizada de eventos en las que hasta lo más espontáneo
viene está en el guion, o la condensación espacio-temporal.
Una de las paradojas del ritual es que a pesar de
la espontaneidad y la emocionalidad, siempre se trata de un tipo de acción
reglada, diseñada estratégicamente, en la que los participantes actúan como si
participaran en un juego que crea enormes expectativas.
Se trata de una acción social esperada, no
espontánea.
Los estímulos sensoriales se erigen como polo de
atracción de la atención y la participación. Pero al mismo tiempo se produce un
proceso de transmisión de valores e ideología (polarización de sentido en los
símbolos rituales de V. Turner).
Como resultado de este proceso, las normas se cargan de emoción, mientras que las
emociones se ennoblecen con valores
sociales.
En todo fenómeno festivo es
multidimensional.
En él se pueden distinguir cuatro dimensiones fundamentales: la
simbólica, la sociopolítica, la económica y la estética.
Los contenidos de cada una de estas
dimensiones es específico de cada cultura. Por ese motivo el estudio de las
fiestas pueda servir, entre otros, para reconocer la existencia una etnicidad
diferenciada entre colectivos, analizándolos,
- no a la manera positivista,
decimonónica o folklorista, consistente en comparar rasgos culturales
directamente observables y significados explícitos,
- sino comparando funciones, relaciones
entre elementos y significaciones profundas y teniendo en cuenta las
estructuras inconscientes y no sólo las descripciones y modelos explicativos
superficiales.
LA
DIMENSION SIMBOLICA DE LAS FIESTAS
Es la dimensión más específica de la
fiesta. Toda fiesta es ante todo un fenómeno simbólico.
Significados de las fiestas pueden ser
genéricos y específicos:
2.
de representación cultural del espacio y del tiempo
específicos: 3. los manifiestos, explícitos, "oficiales"
4.
los relativos a la estructura social y a los valores y normas
5.
los inconscientes
1.
Significados identitarios
En todo fenómeno festivo se produce una definición o reproducción a nivel simbólico de la
identidad de una colectividad o grupo social. En muchas ocasiones, esa
colectividad, sin esa dimensión festiva, solo sería un agregado de individuos.
Toda fiesta supone y reproduce, o incluso
crea, una unidad social diferenciada que a través de ella se auto percibe como
grupo o comunidad (que tiene en común la fiesta), presentándose como una
realidad subjetiva, una auto identidad explícita que llega a poner de
manifiesto, o hasta crear, su propia realidad objetiva.
Asi un grupo familiar, un sexo, una
generación, una profesión, una escalera de vecinos, una calle, un barrio, una
aldea, un pueblo, una ciudad, una comarca, una nación, un Estado, una etnia,
una minoría cultural, pueden tener una fiesta propia u otra acción simbólica
con función similar.
Si existe la fiesta, ésta reafirmará la
existencia del grupo y reproducirá la conciencia de pertenencia de sus
miembros.
Pero también pueden no existir y ello
significará que el agregado de individuos que forma esa categoría, no existe
como unidad social o su modo de existencia es culturalmente irrelevante.
Mediante la fiesta se simboliza, e
incluso se visualiza, el Nosotros,
por contraste al Ellos (un sexo por
contraste a otro, una calle por contraste a otra, un barrio,..)
Esto explica la necesidad de que en las
fiestas haya invitados, forasteros o turistas para que representen el Ellos, para que sean el espejo en que el
que se reconoce el grupo o comunidad que celebra la fiesta.
Incluso en aquellos casos de fiestas
cerradas, exclusivas y excluyentes, como las fiestas de comensalismo de hombres
solos, el Ellos obligatoriamente
ausente, esta presente a través de la percepción permanente de su ausencia.
Pero cada individuo pertenece a varios Nosotros.
- El Nosotros familiar, con unos límites
más o menos difusos (ya que la determinación de quienes son parientes es
cultural y no biológica) se clarifica con las fiestas con las fiestas
domesticas: bautizados, bodas, comuniones, velatorios, entierros que son ritos
de transición en el ciclo vital de los individuos, pero que a nivel de grupo
suponen contextos simbólicos (de emocionalidad, solidaridad, historia) que
reproducen y redefinen la identidad del grupo familiar mediante la
ritualización de la entrada y la salida en él de los miembros concretos.
- El Nosotros
de un barrio, pueblo, profesión, también se ve creado y recreado por las
fiestas. Por ejemplo en un barrio nuevo, sin personalidad, ni historia, ni
raíces, la creación de una fiesta, sea una verbena, una procesión, un equipo de
fútbol, crea identidad.
En el mismo sentido, la desaparición o la
recuperación de fiestas especificas de ciertos barrios, pueblos, etc. reflejan
el debilitamiento o la revitalización respectivamente, de esa realidad social.
Al deteriorarse la identidad por razones
económicas, turismo, progreso, etc. desaparece la fuerza social para organizar,
pagar y vivir la fiesta. En este sentido la desaparición de la fiesta supone
muchas veces el certificado de defunción del grupo o comunidad social como tal,
aunque puedan seguir subsistiendo muchos de sus componentes.
Otro ejemplo de modificaciones
importantes en el contexto sociocultural de una comunidad lo encontramos con el
cambio de fechas de fiestas, o las repeticiones de éstas dos veces al año.
Ej. en algunos lugares de Andalucía han
cambiado la fecha de ciertas fiestas o ferias o las han duplicado para que
puedan asistir a ellas los emigrantes.
Los emigrantes, al poder continuar
participando en la fiesta comunal de sus pueblos, ya sea la Feria, la Romería,
la Semana Santa, la Tamborrada, etc., seguirán siendo miembros plenos de la
comunidad aunque se hallen fuera de ella once meses del año. Es a través de la
fiesta como se renueva anualmente la condición de miembros del pueblo.
Lo mismo ocurre con los pueblos
abandonados y recuperados como segunda residencia por gentes originarias o no
de allí. Durante las vacaciones de Semana Santa, verano, Navidad se celebran
fiestas que sirven para "crear" identidad de miembro del pueblo.
Las fiestas recreadas por minorías
nacionales, étnicas o culturales inmigrantes a otros países o regiones tienen
esa misma significación de reproducción de los vínculos de pertenencia a la
nación, etnia o comunidad de origen.
Asi los cuando los inmigrantes andaluces
reproducen en Cataluña la romería del Rocio, en Barcelona y Madrid el Viernes
Santo (con el Cristo del Gran Poder y la Macarena incluidos), o en cualquier
lugar de Europa organizan una fiesta flamenca,
O cuando los catalanes residentes fuera
de Cataluña organizan "ballades de sardanes" en Madrid, Buenos Aires,
etc.
Lo que están haciendo es renovar
simbólicamente su pertenencia a su lugar de origen mediante la reproducción de
rituales que actúan como marcadores de etnicidad.
Mediante estos marcadores los grupos
pueden reafirmar su identidad en un medio social y cultural extraño, a veces
hostil.
Esto es lo que ocurre frecuentemente con
las fiestas comunales que engloban en una identidad única todas las identidades
intracomunales - familiar, territorial, profesional, clasista, etc.
La función de estas fiestas es integrar
en una única identidad todas las
identidades anteriores neutralizándolas o subsumiéndolas en aquella.
Por este motivo, si la identidad comunal
es y ha sido siempre de capital importancia, tambien lo sean las respectivas
fiestas que definen e identifican simbólicamente al conjunto del pueblo o
ciudad.
A través de las fiestas también se puede
producir la definición de identidades
semi-comunales y las supracomunales.
La identificación
semicomunal tiene como consecuencia
la negación simbólica de la estructura de clases real y la creación y
reproducción de una segmentación vertical en dos mitades, compuestas cada una
de ellas por miembros de clases sociales objetivamente contrapuestas.
Cada una de estas mitades -Cofradías,
Hermandades, Equipos- tienen sus propios
símbolos (imágenes religiosas, emblemas, colores, reglas de filiación y
endogamia, ha veces territorio que son simétricos, homólogos, y llegan a
definir una verdadera sociedad dualista.
Es precisamente durante la celebración de
estas fiestas semicomunales cuando la hostilidad latente entre ambas mitades se
manifiesta con más fuerza ya que es en ellas donde se renuevan las identidades
excluyentes
La identificación
supracomunal es la que se produce pasando por encima de las identidades
comunales, creándose un ámbito, o un espacio social, superior al de la
comunidad o el pueblo.
Por ejemplo las Romerías del Rocio
(Almonte, Huelva), la Virgen de la Cabeza (Andújar, Jaén), la de los Angeles
(Alajar, Sierra de Aracena), la de Loreto (Espartina, aljarafe sevillano).
Para las gentes del pueblo la fiesta es
percibida como una comunal. Para el resto es supra-comunal produciéndose una
cierta tensión entre el Nosotros
restringido y el Nosotros ampliado
que incluye a todos los asistentes, lo que en muchas ocasiones da lugar a verdaderos
rituales de apropiación para reafirmar, incluso violentamente, una identidad
local y de clase (aunque los actores sociales no sean plenamente conscientes de
ello) que ven amenazada por la ampliación numérica, territorial y social del Nosotros, como ocurre por ej. en el caso
de la Romería del Rocío.
2.
significados de representación cultural del espacio y el tiempo
El espacio y el tiempo, en la medida que
están culturizados, sus limites no se ajustan a las unidades de mediada
universales, sino que se agrandan o se aceleran, se empequeñecen o se retrasan,
en función del contexto cultural en el que se viven.
Las fiestas actúan como marcadores
culturales del espacio social y del tiempo social.
Marcadores
culturales del espacio
Significa que en muchas ocasiones, la
identidad que reproduce la fiesta tiene una realidad no solamente subjetiva o
referida a una unidad o segmento social, sino que también posee una realidad
espacial concreta.
El análisis ecológico-cultural de las
fiestas se convierte en una estrategia de análisis muy importante.
Marcadores
culturales del tiempo
Las fiestas marcan con su simbolismo
ritual, e incluso con su sola presencia la transición entre tiempos sociales
diferentes:
- la transición de cada individuo desde o
hasta el universo social de los vivos, es señalado mediante un hecho festivo y
no solo biológico (de paso)
- la transición entre un tiempo muy denso
y otro más lento en las tareas agrícolas, a traves de fiestas que se celebran
antes o después de épocas de máxima actividad.
- la transición entre época de tiempo
mecánico al que se le ha dado una trascendencia cultural (paso de un año, siglo
o milenio a otro. Segundo Milenio: celebraciones en Stoneage)
- la transición entre el tiempo cotidiano
y el tiempo festivo también se puede ritualizar, que corresponde a dos tiempos
sociales y culturales diferentes. Así los pregones, los chupinazos, los fuegos
de artificio, el entierro de la sardina, , etc. sirven para marcar el inicio o
el final del tiempo festivo. El ritual
de la entrada o salida de los pasos procesionales sirve para marcar el transito
entre el tiempo largo en el que el símbolo sagrado está dentro de su espacio
cotidiano y el tiempo corto, pero intenso, en que esta en la calle.
3.
Significados manifiestos, explícitos, "oficiales".
Es el significado más directamente
perceptible, tanto desde fuera como desde fuera de cada fiesta. Sin embargo no
es ni el más importante ni el más explicativo.
Ej. afirmar que la Semana Santa de
Sevilla y la de Zamora tienen un significado idéntico o equivalente, el de
conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo, diferenciándose tan solo por el
tipo de manifestación de la religiosidad, sería decir muy poco, o no captar lo
verdaderamente importante y específico de ambos fenómenos.
Si bien puede existir la tendencia a
decir que el significado a nivel religioso es el mismo en ambas celebraciones,
lo cierto es que eso solo es cierto a nivel de ortodoxia católica, ya que a
nivel de mas externo y explícito, los significados son totalmente distintos.
Por este motivo no es buen método
clasificar las fiestas según su significado explícito: religioso, mercantil,
patriótico, etc.).
Para captar el significado de las
fiestas, de sus símbolos y rituales, hay que hacerlo poniéndolas en relación con
la sociedad y la cultura en la que se hallan insertas, de ahí la necesidad de
tener en cuenta los significados relativos a la estructura social, los valores,
normas e ideología de esa sociedad.
4.
significados relativos a la estructura social y a los valores y normas
Cada fiesta en cuanto a su significados
debe ser situado según dos ejes de coordenadas:
Eje 1. referido a su significación respecto a la estructura social real
Polo
1: fiestas que son un reflejo simbólico directo
de la estructura social real, con sus segmentaciones, contradicciones u
oposiciones.
Su significado es el de legitimar
ritualmente la sociedad existente
Ej. Ferias
con compartimentación rígida del espacio
"comidas
de pobres"
presidencias
de muchas procesiones y actos (autoridades)
Polo
2: fiestas que "crean" una realidad
simbólica que es la "antiestructura" social.
Su significado es el de mistificar la
estructura social real existente.
La "antiestructura" creada
simbólicamente no traduce la estructura real, que es clasista, desigualitaria,
etc., ni crea valores igualitarios, sino que define las líneas de oposición y
enfrentamiento de forma dual en un sentido y vertical: cada mitad enfrentada a
la contraria.
Ejs. la mayor parte de las fiestas
semicomunales.
Eje 2. referido a su significación respecto a los valores e ideología de la sociedad
Polo 1. aquellas fiestas que refuerzan el
orden social a través de la ritualización de los valores hegemónicos y su
utilización extensiva por los grupos celebrantes.
Polo 2. aquellas fiestas que niegan o
subvierten los valores y la ideología que regulan el orden social
Ejs. las fiestas con un marcado acento de
rebelión ritual, impensables en la realidad cotidiana, a veces
institucionalizando la inversión de los roles sociales y los valores y normas
éticas relacionados con ellos. Son ejemplos de estas fiestas los carnavales,
las antiguas fiestas de locos, la fiesta del obispillo, etc.
Tanto las fiestas que representan el
reflejo directo de la segmentación social como las que niegan o invierten los
valores sociales, suelen ser fiestas apasionadas, contradictorias,
esencialmente ambiguas, ya que en su transcurso dejan aflorar críticas al orden
social o negación del propio orden.
Pero estas fiestas, al reproducir el
orden social real en el primer caso, o al negar el orden social en el segundo
de forma regulada o institucionalizada, lo que hacen es servir de válvula de
escape, mediante la ritualización de la discrepancia, tendente a salvaguardar
la propia estructura, que queda indemne al finalizar la situación festiva.
5.
significados inconscientes
Este es el nivel más profundo de
significación.
Uno de los significados fundamentales de
muchas fiestas es el de proyectar a nivel simbólico situaciones estructurales
que pueden estar sumergidas en el
inconsciente y que se les hacen afloran
a través de ellas.
Por ejemplo, la figura de Jesús el
Nazareno, central en las fiestas de Semana Santa andaluza, más allá de su
significación religiosa, es el símbolo de la opresión a que el pueblo andaluz
ha estado sometido.
Así, contrariamente a lo que seria la
lógica cristiana, la figura central de la semana santa andaluza, no es ni el
Resucitado (Cristo triunfante sobre la muerte) ni tampoco el crucificado muerto
(Cristo Redentor) sino el Jesús vivo sufriente, descalzo y caminante: un hombre
apresado injustamente, torturado, desasistido, condenado a morir por las
autoridades políticas y religiosas. Un hombre que bajo su humildad externa se
mantiene seguro y orgulloso de su inocencia, sin reconocer delito alguno ni
sentirse inferior.
Por eso el Nazareno representa muy bien a
nivel simbólico al pueblo andaluz de las clases oprimidas, a su opresión de
siglos.
LA
DIMENSIÓN SOCIO-POLÍTICA DE LAS FIESTAS
La dimensión socio-política de las fiestas
la podemos encontrar a través de su posible función conservadora, integradora,
de reproducción social a todos los niveles, asi como una posible función global
o parcial de impugnación o de catarsis, tanto a nivel de los valores y la
estructura social como a nivel del poder político y social.
Dos vertientes socio-políticas de la
fiesta:
- fiesta institucional: fiesta oficial
que recuerda el orden social alcanzado, legitimeandolo y que se manifiesta con la
fiesta-espectáculo.
- fiesta subversiva: fiesta
reivindicativa que aprovecha el "caos" para preceder al nuevo orden.
a. La función legitimadora
El reforzamiento y la legitimación de los
roles y símbolos de autoridad es una de las funciones más importantes de muchas
fiestas.
Los palcos de honor, los emplazamientos
en las procesiones, desfiles, etc. reflejan incluso en su planificación
espacial, las jerarquías de autoridad, ya sean eclesiásticas, políticas,
deportivas o militares.
Por ejemplo en la procesión del Corpus:
cada segmento social tiene su lugar. Cada institución tiene su representación.
La jerarquización de la sociedad se visualiza de forma integrada a través de un
símbolo superior, sagrado, que representa la clave del orden, a la vez social y
sobrenatural. Lo mismo ocurre en los palcos de los estadios de fútbol.
En este sentido la oficialización que
sufren actualmente muchas fiestas, sobre todo las comunales, su utilización y
manipulación, es un aspecto de la dimensión socio-política de las fiestas que
debe tenerse muy en cuenta, dada su trascendencia.
Desafortunadamente, la función contraria
de cuestionamiento de los roles autoritarios esta cada vez menos presente en
las fiestas, al menos a nivel explícito.
A nivel implícito dicho cuestionamiento
podría estarse produciéndose a través de las crecientes manifestaciones de
violencia individual y colectiva, presente en un número cada vez mayor de
fiestas.
b. La función iniciática
A través de las fiestas muchos jóvenes de
todas las culturas realizan por primera vez experiencias de adultos. Se inician
en nuevos roles y se socializan a través de sus pares. Las fiestas actúan como
entrenamiento y verificación de nuevas actitudes y comportamientos
c. La función lúdica
La liberación de energías que suponen las
fiestas es algo innegable.
Sin embargo, y quizás por esos cada día
se tiende más a reglamentarlas.
Las posibilidades de asumir otra
personalidad (fiestas de disfraces), de no ser reconocido (fiestas
multitudinarias), de hablar sin ser vistos (fiestas de máscaras), o de asistir
sin hablar (discotecas) es un componente lúdico muy acusado.
LA
DIMENSIÓN ECONOMICA DE LAS FIESTAS
La fiesta como ocasión de intercambio de
bienes y servicios, como ocasión para la circulación económica, es algo que
viene de lejos.
Los mercados y ferias eran fiestas, así
como hoy muchas fiestas, ya sean explícitamente religiosas o profanas, tienen
mucho de mercados y ferias.
Las fiestas pueden tener una función
económica reequilibradora, aunque sea a nivel simbólico, cuando algún pudiente
paga la fiesta, consiguiendo a cambio estatus, prestigio o reconocimiento,
cuando no poder.
LA
DIMENSIÓN ESTÉTICA DE LAS FIESTAS
Esa en estrecha relación a los elementos
del propio lenguaje festivo, a los significantes.
Estos son danzas, música, esculturas,
pinturas, flores, colores, adornos, arquitectura efímera, luces, sonido,
fuegos, detonaciones,, diálogos, piezas teatrales, vestidos especiales, olores,
bebidas, comidas, comensalismo, sexo, deporte, corridas, pruebas de habilidad,
aglomeraciones, lugares y horarios especiales, cansancio, embriaguez, marcha,
rollo, ambiente,
Elementos no todos ellos siempre
presentes pero que actúan de forma global, sobre los sentidos, las emociones y
los comportamientos.
Elementos todos ellos cuya combinación
concreta refiere a estéticas específicas de cada pueblo, de cada cultura, en
cada momento histórico, y sin embargo para captar su significado no basta con
aguzar los sentidos sino que es necesario además conocer las claves del sistema
simbólico cultural en el que se producen.
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